21 de mayo de 2016

AUDIENCIA JUBILAR DEL PAPA FRANCISCO



No merecemos el perdón de Dios, y lo tenemos por su Infinita Misericordia. Si Dios fuera solamente Justo, tendría que condenarnos, porque todos, como el pródigo no merecemos perdón. El mismo hijo sabía que no merecía ser reconocido como hijo, si, acaso, como siervo. Pero la Misericordia de Dios es Infinita y nos perdona, nos sostiene y nos salva.

 En esta ocasión, sábado pasado, el Papa Francisco nos ha hablado de la Piedad como una manifestación de la Misericordia de Dios. Y nos sugiere a ser también nosotros piadosos y no indiferentes a las situaciones de los demás, sobre todo la de aquellos que están necesitados de ella. Busquemos luz, en el Espíritu Santo, a través de las palabras que el Papa nos presenta como tema para reflexionar sobre nuestra piedad.

Salvador Pérez Alayón


PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA JUBILAR
Sábado 14 de mayo de 2016


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! El día no parece muy bueno [llueve], pero vosotros sois valientes y habéis venido con la lluvia. ¡Gracias!

Esta audiencia se hace en dos lugares: los enfermos están en el aula Pablo VI, a causa de la lluvia, están más cómodos allí y nos siguen con la pantalla gigante; y nosotros, aquí.

Estamos unidos, nosotros y ellos, y os propongo que los saludemos con un aplauso. ¡No es fácil aplaudir con el paraguas en la mano!


Entre los muchos aspectos de la misericordia, hay uno que consiste en sentir piedad o apiadarse de los que necesitan amor. Lapietas —la piedad— es un concepto presente en el mundo greco-romano, donde sin embargo indicaba un acto de sumisión a los superiores: sobre todo la devoción debida a los dioses, después el respeto de los hijos hacia los padres, sobre todo ancianos. Hoy, por el contrario, debemos estar atentos a no identificar la piedad con el pietismo, considerablemente difundido, que es sólo una emoción superficial y ofende la dignidad del otro.