11 de febrero de 2015

UNA ALABANZA PRECIOSA PARA SAN JOSÉ


Las alabanzas que se han dado san José a lo largo de los tiempos son infinitas: varón justo, santísimo, santificado en el seno de su madre, matado en él el fomes peccati, gloriosísimo, el singular custodio de Jesús y de María, digno esposo de María y digno padre de Jesús, el Hijo de Dios, purísimo, por carpintero modelo de trabajadores, ideal de las genuinas virtudes evangélicas y de todas las virtudes, modelo de los humildes, estaba tan hecho uno con María, que tener que dejarla le arrancaba las entrañas y le rompía el corazón, profundo contemplativo en su silencio, Maestro de oración, depositario singular del misterio de Dios, coopera en la plenitud de los tiempos en el gran misterio de la redención y es verdaderamente ministro de la salvación, co-rredentor con Cristo, perteneciente al orden hipostático, Patrono de la Iglesia católica, aliento especial de la evangelización y re-evangelización de la Iglesia, subido en cuerpo y alma la cielo, todo lo alcanza de su Hijo, mi padre y Señor san José.

Quiero ahora referirme a una alabanza de que se hace cargo el recientemente beatificado Pablo VI. En su rica y preciosa homilía del 19 de marzo de 1969, escribe así de san José: 

“San José es el tipo del Evangelio que Jesús, dejando la pequeña oficina de Nazaret y comenzando su misión de profeta y de maestro, anunciará como programa para la redención del mundo”. 

Conforme a estas palabras podemos decir que san José es el ideal de las enseñanzas de Jesús, que José es el Evangelio, la Buena Nueva que predica Jesús. Y así podemos decir que José es el tipo, ideal de las Bienaventuranzas, el discurso paradigmático de Jesús. Es el ideal de los pobres de espíritu que ponen su confianza en solo Dios. Solo Dios basta. De la Virgen María, sus esposa, dice el Concilio Vaticano II que sobresale sobre los humildes y pobres de Yahvé (LG 65), lo mismo digamos de san José, su esposo, en fuerza de las palabras del Beato Pablo VI, ya que Dios dio a José como esposo de María “no solo como compañero de vida, testigo e la virginidad, tutor de la honestidad, sino también para que participase por medio del pacto conyugal en la excelsa grandeza de ella” RC 29)..

San José es el tipo e ideal de los misericordiosos. Se compadecía de los necesitados y miserables. Sin duda Jesús de niño y de joven vio ese comportamiento con los pobres y necesitados, como vio otra serie de virtudes que san José vivía y las aprendió de él.

San José tipo e ideal de los que buscan la paz.. San José es un hombre de paz, pacífico y un hombre pacífico y, sobre todo, con la perfección con que lo era san José, es esencialmente pacificador, pega paz, comunica paz y serenidad y alegría a aquellos con quienes convive. San José nunca se enfadó, nunca dijo algo que molestase a los demás y se le presentarían más de una ocasión en su oficio de carpintero. Y Jesús era testigo de todo este comportamiento pacífico. Nunca perdió la paz Todo lo hizo y lo dijo desde la paz que reinaba en su corazón

San José es el tipo e ideal de los que confían y esperan en la misericordia de Dios Padre. San José confió totalmente en la providencia de Dios y el que confía en el Señor, la misericordia de Dios le rodea (Sal 31.10). Si algo destaca el Evangelio de San José que no habló, pero hizo, es precisamente esa plena y total confianza y esperanza en su Dios. Mucho más perfectas que la de Abraham, paradigma de fe y esperanza en Dios en el A. T.. Baste recordar su huida a Egipto. Ante el mandato del Señor, por medio de su ángel en sueños, se pone en camino de varias jornadas hasta llegar a la nación pagana. En todo el trayecto y durante su estancia en la nación de los Faraones con su esposa la Virgen María y su hijo Jesús, se confía plena y totalmente a Dios, porque sabe que ni un solo cabello se cae de nuestra cabeza sin permiso de nuestro Padre del cielo.

San José es el tipo e ideal de las personas orantes. Jesús da una importancia esencial a la oración en la vida del cristiano. Lo vemos especialmente en el evangelio de Lucas al que se le ha llamado el evangelio de la oración. Orad sin desfallecer (Lc 18,1). Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá (Lc 5,9). Jesús pasaba noches enteras en oración con su Padre del cielo (Lc 6,12) ¿Vio esto en su padre José y su madre María? San José es, sin duda, el tipo de las personas orantes ¿no fue su vida una oración sin desfallecer en su continuo trato con Jesús de niño y de joven y con su esposa María? Porque, ¿qué es la oración sino un trato de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama? (V 8,5). No parece sino que santa Teresa ha sacado esta definición de la oración de la vida de trato de José con Jesús y María.

San José es el tipo e ideal del cristiano sencillo y humilde que se siente el último y el esclavo del Señor se lo inspiró san José con su comportamiento. Si el que se humilla será exaltado ¿quién fue más exaltado que san José después de la Virgen María, su esposa? Como María es la esclava del Señor, san José es el esclavo del Señor. Nada se atribuye a sí mismo. Para él todo es gracia de Dios y como María puede cantar que el Señor ha hecho cosas grandes en él porque ha mirado su humildad; se abaja a los trabajos más humildes y tantas humillaciones que tendría que sufrir en su oficio de carpintero y que Jesús vería. Cuántos, como dice santa Teresita, dejarían de pagarle sus trabajos, cuántos le discutirían el precio y cuantos se los afearían. Y Dios le exalta a ser esposo de María y por su matrimonio con ella a ser padre de Jesús. Cabe mayor exaltación. Y lo exalto con la abundancia de gracia y bendiciones y privilegios únicos que llevan consigo estas dos sublimes y únicas realidades,

Podemos decir que san José está presente en todas las enseñanzas del Evangelio de Jesús, y verle en ellas nos hará más fácil el vivirlas.