25 de diciembre de 2014

"Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor..."

Vamos a la casa del Señor. Es Jesús, nuestro amigo, pero también es nuestro Rey, nuestro Señor. La iglesia es su casa y entramos con mucho respeto. Su presencia real en la Eucaristía es un misterio y no podemos dejar de admirarnos.
Transmitamos a nuestros hijos este respeto. Con nuestras ropas (¡no vamos a saludar al rey con un chandal o con ropa de playa!) Ya no corremos, hablamos bajito, sólo si es necesario. Jesús nos habla bajito y si nosotros estamos conversando no le oiremos.  

Al lado de la puerta encontramos la pila de agua bendita. Como llegamos un poco antes de que empiece la misa podemos explicarles que el agua del bautismo es la puerta del cielo, nos limpia del pecado original. Pero, como nos equivocamos muchas veces, cuando tomamos agua bendita y hacemos la señal de la cruz al entrar en la iglesia, esta nos purifica de nuestros pecados veniales -si nos arrepentimos de ellos- y nos ayuda a preparar nuestro corazón para asistir al Gran Milagro.
Es un buen momento para enseñar a hacer la señal de la cruz y asegurarnos de que no hacen un garabato.

Ya estamos dentro. Miramos al Sagrario y les explicamos que allí está Jesús vivo y que le saludamos, como Señor nuestro, haciendo una genuflexión. La rodilla derecha toca al suelo y la hacemos despacio, sin prisas, saludando a Jesús también con nuestro corazón.
Es bueno que nos situemos en las primeras filas donde ellos puedan ver lo que sucede en el altar. Aunque parezca mentira se portan mejor y si son muy pequeños se les puede llevar una bolsa con juguetes que no hagan ruido o unos cuentos.

Estas son las tres cosas que enseñaré y recordaré a mis hijos esté domingo

Por: Eva Carreras

22 de diciembre de 2014

Feliz Navidad - Asociación Blogueros con el Papa

"Unidos en la esperanza del nacimiento del Niño Dios, los blogueros nos aceramos la portal con la humildad de pastores y los sabios de oriente. Unos escuchando al Ángel anunciar y los otros, leyendo en el Cielo las indicaciones de Dios. 
Les deseamos que pasen una feliz Navidad y que la Gracia de Dios les llene."

18 de diciembre de 2014

¡Cantemos, la Misa va a empezar!


Sabemos que la fiesta de la misa empieza cuando comenzamos a cantar el canto de entrada. Entonces todos los que queremos participar en esta fiesta nos pondremos en pie y acompañamos el recorrido del sacerdote desde la sacristía hasta el altar cantando A menudo les recuerdo a mis hijos que desde ese instante del canto de entrada es importante ya no pensar más en lo que hay fuera del templo y disfrutar de cada momento y partes de la celebración
     En muchas parroquias ensayan los cantos antes  de empezar y esto nos ayuda a conocer no solo las letras, sino sus significados. Nuestros hijos estarán más atentos y evitaremos un  niño que se sienta, se pone de cuclillas y otro que baila sobre el reposapiés del banco.
     Como catequista de niños de primera comunión  y madre de dos de once y siete, me sorprende cada vez más ver con qué facilidad nuestros pequeños llegan a comprender cosas que a nosotros los mayores a menudo nos cuesta tanto.
El sacerdote besa el altar ¿porqué?. Porque en él se va a ofrecer  Jesús en sacrificio. Quizás les podríamos contar antes la historia de Noé y el primer altar que edificó para dar gloria a Dios. Y la historia de Abraham...
     Hoy intentaremos dar unas referencias para que nuestros pequeños no se pierdan la importancia del “saludo inicial” y comprendan el verdadero sentido de esa parte de la Eucaristía que a veces, incluso a los mayores se nos pasa un poco por alto si no estamos atentos.
     Para que los niños entiendan el sentido de este gesto me gusta formularles preguntas y poner ejemplos de relaciones cercanas que viven:
¿Qué haces cuando te encuentras con tu mejor amigo después de unos días sin verlo?
¿Le abrazas, le das la mano, le sonríes?
Hacer este tipo de preguntas en casa o en modo de preparatoria entre juegos por el camino, como nos explicaba Eva en post anteriores es un modo fácil para ayudar a los hijos a comprender cada gesto de los diferentes ritos o partes de la misa. De ese modo podrán seguirla, descubriendo sus diferentes significados.
Me ayuda también esta reflexión del libro " la misa de los niños" 
     "Ya sabes que la Misa tiene dos partes principales: primero, la litúrgia de la Palabra y, después , la liturgia eucarística. En la Misa hacemos lo mismo que cuando vamos de visita a una casa: lo primero es saludarnos y, si no nos conocen, nos presentamos"[1]
Por: Sacramento Rosales (Mento)



[1] “La misa de los niños”. Pedro Mº  Reyes y Francisco  Javier Navarro. Editorial Palabra.

17 de diciembre de 2014

SANTA TERESA DIO A SAN JOSÉ EL CAPÍTULO VI DE LA VIDA (V)

     
Las personas de oración especialmente deben ser devotas de san José,
Las relaciones de santa Teresa con san José es un caso típico para ver hasta qué punto una devoción sincera puede llegar a hacerse experiencia sobrenatural, en la terminología de la Santa, que lleva  a penetrar en la intimidad más familiar y profunda con la persona de quien se es devota. Así llega santa Teresa  a entrar en la comunión mas íntima con san José, experimentando especialmente su paternidad y su poder.  Desde esta experiencia  grita a todas las almas que sean devotas de san José y que se encomienden a él,  que se verán muy favorecidas y aprovechadas en la virtud,
 “En especial personas de oración siempre le habían de ser aficionadas… quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro y no erraré en el camino” (V 6,8).
Para santa Teresa los que se dedican a la oración forman una categoría especial en la Iglesia de Dios, son los siervos del amor (V 11,1); a ella pertenecen sus hijas las carmelitas descalzas  y los carmelitas descalzos y cuantos se dedican de lleno a la oración. Para estas  san  José es un maestro consumado.
            La oración mental, según santa Teresa,  es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama (V 8,5). ¿Quien es ese que sabemos que nos ama? Es Jesucristo humanado. Para ella la Humanidad sacratísima de Jesús,  - toda mi vida había sido tan devota de Cristo- es por quien nos vienen  todos los bienes (V 22,4.6.7), el libro verdadero donde ha visto y aprendido las verdades (V 26,2), con quien tenemos que entablar, mantener, fomentar y cuidar al máximo la verdadera intimidad interior. Nunca debemos apartarnos de ella. Sí, que Jesús es el amigo verdadero al lado que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo (V22,7), compañero nuestro en el Santísimo Sacramento, que no parece fue en su mano apartarse un momento de nosotros, no queramos otro camino que Él (V 22,7),  que en verlo cabe nosotros vemos todos los bienes.
            El camino de la oración debe llevarnos a encontrar y vivir en comunión íntima con Jesús. De ahí la llamada de la Santa: “Pues que mejor que la del mismo Maestro que enseñó la oración que vais a rezar? Representad al mismo Señor junto a vos y mirad con qué amor y humildad os está enseñando; y creedme, mientras pudiereis, no estéis sin tan buen amigo…¿Pensáis que es poco un tan buen amigo al lado? C 26,1)
            La Santa, convencida por la propia experiencia, que la oración es tanto más auténtica y santificadora cuanto es un encuentro más íntimo con Jesús,  un encuentro en el que el alma “le está hablando y regalándose con él” (V 13,11), exhorta ardiente y amorosamente a ocuparse” en que mire que le mira y le acompañe y hable y pida y se humille y regale con Él y acuérdese que no merecía estar allí…; hace muchos provechos esta manera de oración” /V 13,22)
            Esta es la oración teresiana y en la compañía e  intimidad  con Jesús humanado debe desarrollarse en sus diversas etapas.”Acostumbrarse y enamorase mucho de su sagrada Humanidad y traerle siempre consigo y hablar con él…Traer la preciosa compañía de Jesús humanado con nosotros aprovecha en todos los estados y un medio segurísimo para  crecer en el amor e ir aprovechando en el primero y llegar en breve al segundo grado de oración y para los postreros  andar seguro de los peligros que el demonio puede poner” (V 12,3). Así fue la trayectoria de su oración, de la que es  Maestra insuperable. (V 13,22) Por eso, aconseja que, aunque se medite en otras verdades, pero es a condición de que no se deje muchas veces la Pasión y la Vida de Cristo que es de donde nos han venido y nos vienen todos los bienes (V 13,13)-
Si esto es la oración para la Madre Teresa se explica y se comprende que proponga a san José como Maestro insuperable de este camino. La vida de san José, su predestinación,   su vocación , su misión está totalmente en la perspectiva de la compañía de Jesús y se concretan en estarle siempre al lado, hablarle, regalarse con él. pedirle, servirle. Toda la razón de su existencia es la vida de Jesús y para Jesús. Su verdadero desposorio con María fue en atención a Jesús. La vida de José tiene su  razón de ser solamente en Jesús: recibirle y acogerle en el. seno de su esposa María y cuando nazca, ponerle el nombre tan sublime de Jesús, cuidarle y velar por él, alimentarle, enseñarle, vivir en su compañía e intimidad y defenderle ¿Quién podrá  comprender la intimidad dulce y suave, gozosa y dolorosa que vivió con Jesús? ¿Quién podrá vislumbrar los la intensidad de amistad que se desarrolló entre ellos y con María? Es un aspecto particularísimo de la vida de san José que, desde san Bernardo, han tocado de mil ,maneras todos los que han escrito sobre el santo Patriarca; los predicadores lo predicaban desde los púlpitos. Santa Teresa, tan amiga de sermones,  lo oyó mas de una vez, “que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles, en el tiempo que tanto paso con el niño Jesús, que no den gracias a san José, por lo bien que les ayudó en ellos” (V 6,8).
Si  en la oración, como trato de amistad con Cristo, es aspecto esencial escuchar las palabras de Jesús, ver verdades, san José escuchó muchas veces las palabras de su hijo Jesús, como María, que le calaban hondo en el corazón y le iban  santificando más y más. Si a  los apóstoles, por ser sus amigos, (Jn 15,15) Jesús les descubre sus secretos ¿qué secretos y verdades no descubriría a su Padre san José. Y ¡como escucharía san José las palabras llenas de vida y de calor de Jesús! ¡Con que docilidad las asimilaría, con qué amor las metería y las meditaría en su corazón! ¡qué conversaciones mantendrían entre los dos y con María!

Toda la vida de san José fue oración porque fue una vida en compañía    de Jesús, de intimidad y familiaridad singular con él. Nadie supo más y mejor que él de la oración trato de amistad con Jesús, que por tanto tiempo trató con Jesús y María en una comunión y comunicación única de amistad y de amor. José, como padre cuando era niño,  como amigo y compañero cuando fue mayor, vivió en una intimidad singular con él. Toda su vida fue contemplación, porque escuchaba y acogía, meditaba y contemplaba las verdades de Jesús en su corazón. Toda sus vida fue oración y contemplación vivida.. San José, dice el gran devoto de san José el P.Gracián,  aprendió la oración de los dos más aventajados espíritus que jamás se pueden imaginar, que son Jesús y María; en su compañía oraba, y a los mismos que mandaba como a súbditos, rogaba como a Dios  y Madre de Dios, que este privilegio de oración ninguno lo alcanza. Realmente san José es Maestro insuperable de oración

11 de diciembre de 2014

Mama en misa ¡Me aburro!

Hace días que estoy dando vueltas en mi cabeza. Mi hijo me dió la clave, el punto de partida. Me dijo: "mamá! ¡en misa me aburro! ¿por qué vamos a misa? ¡ yo no quiero ir!"
Y me recordé a mi misma diciéndole algo parecido a mi madre. Me volví a ver sentada en un banco contando las baldosas blancas y negras del suelo de la iglesia, sin entender ni importarme nada de lo que estaba sucediendo en el altar.
Mi madre no se escandalizó cuando le dije que había decidido no ir porque, para aburrirme, mejor me quedaba en casa. Me habló con mucho cariño y me regaló un misal para niños animándome a seguir la misa con él. Le hice caso y supere mi dificultad.
Pero ¿ qué hacer cuándo nuestros hijos tienen dificultades con la lectura?
Necesitamos aprender a leer conociendo las primeras letras. Si cuando apenas distinguimos las vocales nos dan "El Quijote" como libro de cabecera, con toda seguridad no volveremos a coger un libro en la vida. El problema no está en "El Quijote" si no en nuestras dificultades para entenderlo si no nos dan las herramientas para hacerlo.
Lo mismo sucede, salvando las distancias, con la misa. Es un misterio tan grande que debemos ir aprendiendo poco a poco, pasito a pasito, haciéndonos niños con nuestros hijos.
Mi hijo esperaba una respuesta y se la di: "nos aburrimos cuando no entendemos nada”.
Vamos a pensar cada domingo en tres cosas que nos puedan ayudar a comprender mejor. Porque cuando dejas de contar baldosas, el Señor te engancha y ya no se trata de "tener que ir" si no de "desear ir". Tú hazme caso"
Y esta es nuestra propuesta para este año de catequesis para la familiar. Avanzar juntos, domingo a domingo, intentando detenernos en cada detalle, palabra, gesto… que nos ayude a enamorarnos de este sacramento. Porque, que nos aburramos no significa que no queramos a Jesús, significa que necesitamos aprender.


Por: Eva Carreras.

9 de diciembre de 2014

Enhorabuena a iMision por el Premio ¡Bravo!


Nuestra más sincera enhorabuena a iMision con haber sido premiados por la Conferencia Episcopal Española con el premio ¡Bravo! en Nuevas Tecnologías.


6 de diciembre de 2014

La Misa Comienza en Casa


¡Vamos niños! ¡Vamos a llegar tarde! ¡Corre, ponte los zapatos! Y salimos corriendo y estresados. Nos sentamos, si podemos, en el último banco, resoplando. Y los niños, contagiados y sin ver nada, también se sientan. Resignados a pasar una hora quietecitos y aburridos.
¿Cómo evitarlo?
La misa empieza en casa.
Los niños necesitan de las rutinas para saber lo que va a suceder a continuación, esto les tranquiliza y les da seguridad. Vale la pena intentar, siempre que sea posible, ir siempre a la misma iglesia y a la misma hora.
Dediquemos el tiempo que sea necesario para prepararnos con calma, vestirnos y que se vistan, sin prisas. Sí vamos siempre a la misma hora ya sabremos el tiempo real que necesitamos para no estresarnos. Disfrutemos del momento. Pongámonos guapos porque vamos a estar con Jesús.
Recuerdo que mi padre les ponía una toalla encima de los hombros a mis hermanos mayores, les echaba un litro de colonia y los repeinaba. Este tipo de recuerdos son los que les quiero dejar yo a mis hijos. ¡Alegría, vamos a misa!
Por el camino podemos contarles el evangelio que se va a leer o jugar con ellos a las adivinanzas; ¿de que color irá el sacerdote hoy? ¿Porqué?...
Tres cosas que intento vivir para llegar a la iglesia con alegría y paz.
Nuestro corazón está preparado.


Por: Eva Carreras






5 de diciembre de 2014

Al Rescate del Adviento



Para muchas de nuestras familias, el Adviento es un reto. Cada año nos hacemos el propósito de vivir el Adviento de una forma significativa y coherente con nuestra fe.  Queremos vivirlo en paz, en actitud orante y con nuestros corazones abiertos a la esperanza. La cultura que prevalece en nuestra sociedad no nos ayuda.  El calendario de la sociedad de consumo -con todo y su contenido pagano- no se ajusta al ‘Kairós’ de este tiempo fuerte.  Si nos remitimos a ese calendario, la temporada navideña inicia a mediados de Septiembre, cuando muchos grandes almacenes publican sus catálogos de Navidad y muchas tiendas ya exhiben en sus estantes una selección de productos.  Las campañas empiezan desde entonces para seducir a una sociedad cuya obsesión por la gratificación instantánea ya rebasa los planes estratégicos de negocios de las grandes empresas.

                Un gerente regional de Wal-Mart lo expresó recientemente así: ‘La guerra de los bytes de información inicia con anticipación, de tal manera que la contra-ofensiva se despliegue antes de los bonos de Navidad’.  Es decir, el consumidor ya toma decisiones sobre Navidad desde Septiembre, sin haberse preparado aún para el Adviento, ni haber reflexionado sobre la trascendencia de Jesús hecho hombre.

                Podemos perseverar en nuestros buenos propósitos, que deben ser transmitidos para ir formando a las nuevas generaciones con una cultura cristiana, pero con frecuencia, la transmisión de estos valores enfrenta una batalla campal en una sociedad empeñada en robarle a Dios lo que es de Dios.  Se niega la esencia de Cristo para reducir este tiempo fuerte a ‘fiestas decembrinas’, como dicen los burócratas.   


                El Adviento nos ofrece muchas gracias que necesitamos para la conversión, además de lecciones muy importantes para la vida moral.  Entre las cosas más importantes que nos enseña es a renunciar a nosotros mismos, tener paciencia y saber esperar. Son valores muy necesarios para contrarrestar el egoísmo, la obsesión por la gratificación instantánea y la erosión de la caridad. La Iglesia busca transmitirnos la verdad pero estamos ensordecidos por el mundanal ruido materialista.  Cada vez resulta más difícil formar a los niños y a los jóvenes en la práctica de las virtudes. “La castidad no puede existir como virtud sin la capacidad de renunciar a uno mismo, hacer sacrificios y esperar(Consejo Pontificio para la Familia. La verdad y el significado de la sexualidad humana”.  No. 5).

                Cristo no vino al mundo en Navidad como un bebé de probeta o producto de algún experimento de biotecnología.  Nació de padres humildes que lo recibieron con rebosante amor, después de un período de espera que culminó con la realización de las esperanzas de su pueblo.  Negarle a Cristo este período de espera equivale a negarle su plenitud.

                La voluntad de Dios es la salvación de todos. Es por eso que Jesús, hijo del Padre, ha querido ser nuestro hermano, para ayudarnos a obtener las gracias necesarias. ‘Sin esas gracias, no podríamos decir que su verdadera voluntad es salvarnos a todos’, escribe San Alfonso María de Liguori. Santo Tomás Aquino explica el efecto de la voluntad antecedente mediante la cual ‘Dios quiere la salvación de todos, que es un orden natural, cuyo propósito es nuestra salvación, y por lo tanto, todas esas cosas que nos conducen a ese fin, que se nos ofrecen a todos, ya sea por naturaleza o por gracia’.  Si Dios nos ha dado mandamientos que cumplir, también nos ha dado la gracia para observarlos, además del recurso de la oración, como mediación para obtener la gracia para salvarnos.

                Recemos para que la voluntad de Dios se realice en nosotros, que el Señor nos ilumine para ver y sentir como una necesidad apremiante la promesa de salvación aquí y hoy mismo. Profundicemos en la Palabra de Dios, tomando en cuenta que estamos llamados a convertirnos en reflejo de la luz de Cristo. No es fácil ser reflejo de la luz de Cristo, ya que eso implica reflejar al mismo Cristo.  Nos hemos acostumbrado a vivir nuestras vidas sin luz, conformándonos con la mediocridad y el vacío. El Adviento nos llama a ir al encuentro del Señor en cada momento de nuestras vidas. Es como una llamada del despertador que nos alerta del riesgo de sedar nuestra fe viviendo dormidos cuando deberíamos velar: “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento”. (Mc 13, 33).

                El Adviento nos ofrece una maravillosa oportunidad para realizar las promesas y compromisos de nuestro Bautismo.  El Papa Benedicto XVI, escribió en su obra ‘The Spirit of the Liturgy’: “el objetivo del año litúrgico consiste en recordar sin cesar la memoria de su gran historia, despertar la memoria del corazón para poder discernir la estrella de la esperanza. Esta es la hermosa tarea del Adviento: despertar en nosotros los recuerdos de la bondad, abriendo de este modo las puertas de la esperanza”.

                ¿Qué podemos aprender de las figuras claves en la Liturgia de Adviento? Sin ellos, no podríamos configurar la Navidad, ni las tradiciones que nos unen, ni la alegría de apropiar la venida del Niño Jesús en nuestros corazones.  
1.       Isaías. Los evangelios no relatan nada sobre la personalidad del profeta pero lo citan. Se nota que el profeta estuvo presente en los pensamientos de Jesús. Es el profeta del tiempo de espera, por excelencia. Lo es por su deseo de liberación, su deseo de lo absoluto de Dios; lo es en la lógica bravura de toda su vida que es lucha y combate; lo es hasta en su arte literario, en el que nuestro siglo vuelve a encontrar su gusto por la imagen desnuda pero fuerte hasta la crudeza. Emocionado por el futuro esplendor del Reino de Dios que se inaugura con la venida de un Príncipe de paz y justicia. En Isaías, se nota ese poder tranquilo e inquebrantable del que está poseído por el Espíritu que anuncia, sin otra alternativa  lo que le dicta el Señor, su cercanía. Vivió en el siglo VIII A.C., en una época de esplendor y prosperidad para Judá y Samaria. Isaías veía su religiosidad vinculada a su fortuna política. En medio de este frágil paraíso, Isaías va a erguirse valerosamente y a cumplir con su misión: mostrar a su pueblo la ruina que le espera por su negligencia. Pero Isaías no se aislará en el papel de predicador moralizante. Se convierte para siempre en el gran anunciador de la Parusía, de la venida de Yahvé. Es así, que los dos significados del Adviento dejan constancia de ese fenómeno propiamente bíblico en el que una doble realidad se manifiesta por un mismo y único acontecimiento. El reino de Judá va a pasar por la devastación y la ruina. El nacimiento de Emmanuel, "Dios con nosotros", reconfortará a un reino dividido por el cisma de las diez tribus. El anuncio de este nacimiento promete a los contemporáneos de Isaías y a los oyentes de su oráculo, la supervivencia del reino, a pesar del cisma y la devastación. Príncipe y profeta, ese niño salvará por sí mismo a su país.

2.       Zacarías. Padre de San Juan Bautista y esposo de Santa Isabel, prima de María. Fue sacerdote. Con su cántico de Acción de Gracias, que el Cántico de Zacarías que se reza a diario en las Laudes, resalta el carácter excepcional de su hijo Juan, señalando su misión. Es el ‘Benedictus que San Lucas atribuye al padre de Juan, en Lc 1, 68-79. Partiendo de la escena de la Visitación podemos vincular dos dramas muy similares, excepto en el clímax: el de María y el de Zacarías. El Arcángel Gabriel se les había aparecido a ambos. A Zacarías se le apareció en el templo, revelándole que Isabel concebiría un hijo. Zacarías preguntó: “¿Cómo sabré que así sucederá? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en años” (Lc 1, 18). A María se le apareció el mismo arcángel estando en su casa orando. Le reveló que iba a concebir un hijo. María preguntó: “¿Cómo será esto, pues no tengo relaciones con ningún hombre?” (Lc 1, 34). Ambos escenarios y revelaciones  son similares, aún las preguntas, pero con una gran diferencia: Zacarías fue incrédulo, mientras que María tuvo una fe absoluta. Con su pregunta, Zacarías se rehusaba a creer; mientras que María deseaba comprender. Este Adviento podemos plantear nuestras preguntas sobre las enseñanzas de la Iglesia y los misterios d la fe, con la actitud humilde de María, para confirmar nuestra fe.

3.       La Virgen María. María es figura de la espera por excelencia. Las celebraciones eucarísticas nos inducen a alabar y recordar a María. Pero, sobre todo la Liturgia de las Horas contiene numerosos textos de alabanza a la Virgen. La celebración de la Inmaculada Concepción del 8 de Diciembre se inserta fácilmente en el tema de la Natividad, va en línea con las perspectivas del Antiguo Testamento. El fin del pueblo de Dios bajo la Antigua Alianza, mientras que María es, del mismo modo, el principio del pueblo de Dios bajo la economía de la Nueva y Eterna Alianza. Celebremos la fiesta de la Inmaculada Concepción vinculando su relación a la Liturgia del Tiempo. No es una fiesta cerrada en sí misma. María anuncia, prefigura y realiza con antelación, toda la santidad que será realizada al final de los tiempos. La Virgen "sin mancha, ni arruga" (Ef 5, 27) que debe presentarse al final de los tiempos, es la Iglesia.

4.       San José. La Anunciación fue un misterio gozoso para María, pero San José no supo nada de la visita del ángel ni de la acción del Espíritu Santo. Él sólo percibía la santidad de María y leía en los ojos de su amada paz e inocencia, ya que la propia María era su misterio gozoso, pero sabía que estaba esperando un hijo. No podía decir nada y estaba soportando una tormenta de perplejidad, hasta que un ángel disipó sus dudas y le confirmó que había concebido por obra del Espíritu Santo. (Mt. 1, 20).  San José cargó con la cruz del Cristo niño, con una paciencia confiada y silenciosa, hasta el destierro en Egipto. San José nos muestra que la puerta de la santidad tiene dos cerraduras: el cumplimiento de los deberes y las leyes,  y la otra que es la piedad. Los fariseos tenían acceso a la primera, que es la llave externa, pero la piedad es la llave interior, que consiste en cumplir nuestro deber para Dios: orar, trabajar, dormir, comer, haciendo todo para agradar a Dios, que todo lo ve.
5.       San Juan Bautista. Las coincidencias entre Isaías y Juan el Bautista van más allá de lo literario. Los dos coinciden en pensamiento y mensaje, son dos personalidades inseparables, cuyos papeles son prolongación uno de otro. Isaías está presente en Juan Bautista, como Juan Bautista está presente en aquél al que ha preparado el camino y que dirá de él: "No ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista". El nacimiento de Juan es motivo de un admirable poema que, a la vez, es acción de gracias y descripción del futuro papel del niño. Este poema lo canta la Iglesia cada día al final de los Laudes reavivando su acción de gracias por la salvación que Dios le ha dado y en reconocimiento porque Juan sigue mostrándole "el camino de la paz". Juan deberá, pues, anunciar un bautismo en el Espíritu para remisión de los pecados. Pero este bautismo no tendrá sólo este efecto negativo. Será iluminación. La misericordiosa ternura de Dios enviará al Mesías que, según dos pasajes de Isaías (9, 1 y 42, 7), recogidos por Cristo (Jn 8, 12), "iluminará a los que se hallan sentados en tinieblas y sombras de muerte" (Lc 1, 79). Juan está siempre presente durante la liturgia de Adviento. En realidad, su ejemplo debe permanecer constantemente ante los ojos de la Iglesia. La Iglesia, y cada uno de nosotros, tenemos como misión preparar los caminos del Señor, anunciar la Buena Noticia. Pero recibir esta misión exige la conversión.

6.       Santa Isabel. El Arcángel anticipó a María desde la Anunciación: “Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que todos tenían por estéril, porque para Dios no hay nada imposible” (Lc 1, 36, 37). María recibe una buena noticia con gozosa anticipación por designio divino. María escuchó con su corazón ‘entre líneas’. Isabel recibió la visita de la Madre de su Señor que se quedó con ella hasta el nacimiento de su hijo, ayudándole en los quehaceres domésticos. Ella no le pidió a María esa ayuda, fue María quien anticipó la necesidad.  Isabel recibió a María y al recibir su saludo, el niño saltó en su seno. Llena del Espíritu Santo exclamó: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre…¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1, 42, 45). Sus palabras siguen presentes en nuestros días, a través de; rezo del Ave María.  María le respondió con su exquisito cántico del Magnificat.


7.       El Niño Jesús. Nos recuerda que el amor de Dios por nosotros es infinito, que Dios envió a Jesús para hacerlo nuestro hermano. Su encarnación se dio tras una espera en el marco de la eternidad. El Verbo se hizo carne, Alfa y Omega de la redención.

8.       Pastores y Ángeles. Los pastores y los ángeles se dieron el tiempo para centrarse en lo esencial: la contemplación del hijo de Dios que habita entre nosotros, Emmanuel. Los pastores dejaron sus ganados, los ángeles dejaron el cielo; todos se unieron para adorar a Dios en los brazos de María. Adoremos al Niño Jesús siguiendo su ejemplo. Él vino a nosotros por amor, pero la pregunta de San Pablo en Efesios 2, 4 sigue en pie en nuestros días: ‘¿es acogido?’. San Juan, en su Evangelio, lo plantea con estas palabras: "Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron" (Jn 1,11).


También las tradiciones de Adviento son importantes. Tanto las tradiciones occidentales como las orientales han sido fuentes de inspiración para el Arte y la Literatura a lo largo de los siglos. Los pueblos indígenas de las Américas también han generado sus propias manifestaciones artísticas. México tiene una identidad cultural que no puede disociarse de Nuestra Señora de Guadalupe, que es una advocación que ha enriquecido las tradiciones de Adviento, ya que la virgen está en espera. Las tradicionales ‘posadas’ son fiestas que se celebran desde la época colonial.  En el terreno del Arte, la escena de la Visitación ha tenido muchas representaciones pictóricas: Goya, Leonardo da Vinci, Judith Weir,  El Adviento también ha tenido impacto en la Literatura, entre ellos los clásicos de Charles Dickens;  música clásica, entre estos, las cantatas de Bach, etc.

-Yvette Camou-

Referencias Bibliográficas:

Biblia de América. 8ª. Edición. Editorial Verbo Divino. 2000. Aprobada por las Conferencias Episcopales de México y Chile.

Casey, Michael. “Toward God: The Ancient Wisdom of Western Prayer”. Liguori/Triumph. 1996. Pág. 62

Liguori, St. Alphonsus de. “The Complete Works of St. Alphonsus de Liguori: The Great Means of Salvation & Perfection”.  Volume III. Redemptorist Fathers. Brooklyn. Edited by Reverend Eugene Grimm, CSSR. 1988. Págs. 114-115.

Nocent, Adrien. “El Año Litúrgico. Introducción y Adviento”. Sal Terrae. Santander 1979/Encuentra.com./2009.

Peyton, Patrick. Fr. “Father Peyton’s Rosary Prayer Book”. Ignatius Press, San Francisco. 2003. Págs. 55, 155, 217.

Ratzinger, Joseph. (Pope Benedict XVI). “The Spirit of the Liturgy”. Ignatius Press. 2003.  Pág. 34.


Rosica, Thomas. “Adviento es un período para abrir los ojos”.  Catholic.net. 2010.

3 de diciembre de 2014

Video IV Encuentro Blogueros con el Papa. Dra Leticia Soberón

Conferencia de la Dra. Leticia Soberón en el IV Encuentro de Blogueros con el Papa