20 de noviembre de 2014

CADA VIDA TIENE UNA MISIÓN

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Una cita con la vida, una cita convocada para el veintidós de noviembre. Está al caer y te esperamos de alguna manera. Si no con tú presencia, porque no puedes, si con tu espíritu, que sí que puedes. Hay mil formas y maneras de estar. Con tus oraciones, con tus preocupaciones por la vida, con tu presencia si estás por aquí cerca, con tus palabras, pero la mejor es estar con tu vida, defendiendo la vida, porque la vida es el don que Dios nos ha dado para gozar eternamente de su presencia.

Nadie puede apoderarse de la vida. No es que puedan hacerlo, pero es un atentado contra la Voluntad de Dios querer interrumpirla. Nunca podrán hacerlo de forma plena. Podrán, eso sí, parar el camino de este mundo, pero nunca el eterno y celestial al que está destinada cada vida. Porque la vida es la oportunidad que Dios te ha dado para probar tu amor, y defenderla es proclamar que sólo a Él le pertenece y que en Él confías y crees.

Sin embargo, lo más grave no es perder la vida, porque nunca podrán matarla, sino el alma que puedan escandalizar y desviar con las cosas de este mundo. Porque con la vida del cuerpo no se pierde nada, se gana el cielo teniendo el alma limpia y confiada en la Misericordia de Dios. Hay muchas vidas inocentes que ni siquiera han salido a la luz. Han vivido escasos meses en la oscuridad del vientre de sus madres, pero vivirán para siempre porque, a pesar de que sus diminutos cuerpos han sido mutilados, sus limpias almas han volado al cielo junto al Padre Bueno que las ha creado para la vida y vida en abundancia y eterna.

El próximo día 22 de noviembre saldrá a la calle la vida. La vida encarnada en mucha gente convocada de muchos lugares, y llenas de vida para gritar y pedir la defensa de la vida. Será un grito de esperanza, pero de esperanza para que los que matan la vida abran sus ojos al error que cometen al quitarla a otros. La vida no les pertenece y matar es robar la vida de otro. No hay justificaciones que la razón pueda argumentar sobre el derecho a matar la vida inocente e indefensa. Ninguna se sostiene por sí misma, ni por mil y una razón que quieran dar, porque la vida es tuya y nadie puede decidir sobre ti.

Tú, aunque no puedas hablar ni defenderte, tienes derecho a que te dejen vivir y te procuren todo lo necesario para que tu vida se desarrolle como un ser humano que eres. Porque tú eres parte de este mundo independientemente de que no hayan contado contigo para engendrarte. Has nacido y tienes derecho a vivir.


Salvador Pérez Alayón