30 de noviembre de 2014

La Fe es Relevante en la Vida Universitaria: Qué debemos hacer para defenderla y vivirla en el Campus.





Con estas palabras respondió esta gran escritora Católica a un estudiante que le había escrito comentándole que sentía que estaba perdiendo su fe desde que llegó a la universidad. Flannery O'Connor fue una escritora del siglo XX, nacida en 1925, que le tocó vivir las corrientes ideológicas deconstruccionistas que agitaron la vida universitaria y el panorama social que se ha estado viviendo desde entonces.

                Sus palabras recobran actualidad aún en el siglo XXI y en esta temporada navideña ya próxima, cuando muchos estudiantes universitarios se reúnen con sus familias y el primer shock para sus propias familias es que regresan a casa con una fe diluida en esas corrientes y en estilos de vida ‘alternativos’, es decir, inmorales.  Entonces, papá y mamá que se han esforzado por brindarles una educación superior que dignifique, ven sus esperanzas reducidas a una desilusión.

                Actualmente, la vida en el campus es un reto para la libertad religiosa. El sincretismo religioso prevalece en muchos casos sobre nuestra fe. Las corrientes ideológicas nos privan del sano ejercicio de esta libertad. El catálogo incluye todo un menú de ideologías: Feminismo radical, ideología de género, marxismo, panteísmo, New Age, etc., todo esto en combinación con el libertinaje, movimientos de gays/lesbianas/transgénero; falta de pudor, lenguaje políticamente correcto; defensa del aborto; la mentalidad contraceptiva y un despliegue de políticas de la ONU que promueven todo lo anterior. En virtud de todo esto, no es de extrañarse que haya tanta violencia en el campus y aún fuera de las universidades.

                Antes de partir a la universidad, los estudiantes deberían recibir una formación previa que les advierta sobre el panorama que confrontarán. Debería ser una evangelización efectiva que los prepare espiritualmente hacia esta nueva etapa de sus vidas. Los consejos que dio Flannery O’Connor a este joven pueden ser efectivos hoy en día, especialmente esta sencilla sugerencia: Que el estudiante se proponga leer un libro que presente la perspectiva cristiana por cada libro ‘anti-cristiano’ que lea. Textualmente escribió: “El resultado del estímulo de la vida intelectual en la universidad es la reducción de la vida imaginativa. Esto suena paradójico, pero con frecuencia es cierto. Los estudiantes terminan con dificultad para discernir y reconciliar los puntos de vista de muchas religiones diferentes, tales como el Budismo, Mahometanismo, etc., de tal manera que cesan de buscar a Dios en otras formas. Bridges le escribió una vez a Gerard Manley Hopkins, preguntándole cómo él –Bridges- pudiera sostener su fe. Él posiblemente esperaba que Hopkins le brindara una amplia respuesta filosófica. Hopkins se limitó a contestar: “Da limosna”.  Trataba de decirle a Bridges que la experiencia de Dios sólo podía vivirse en la caridad (en el sentido de la imagen divina en los seres humanos). No te enredes tanto en las dificultades de la vida intelectual de tal manera que termines fallándole a Dios de esta manera”.


                A finales del siglo XX, Allan Bloom, de la Universidad de Chicago publicó su obra ‘The Closing of the American Mind’, cuyas conclusiones dan soporte a las palabras de Flannery O’Connor.  Su perspectiva fue filosófica pero advierte de los peligros para la sociedad de esta educación sin valores, que también es una amenaza para la democracia y las libertades civiles que tanto hemos defendido. También defiende el fundamento de la libertad religiosa. Al igual que O’Connor, Bloom como judío percibe que la apertura relativista conduce a la cerrazón;  recomienda también el mismo sano escepticismo que ella propone ante tantas corrientes ideológicas y religiones. En esta misma carta citada, escribe Flannery O’Connor: “Lo que me mantuvo escéptica en la universidad fue precisamente mi fe cristiana que siempre me decía: ‘espera, no muerdas esto, trata de ver todo el retrato, continúa leyendo’. Aún en la vida  de un cristiano, la fe sube y baja como las olas de un mar invisible. Está allí, aunque no podamos sentirlo o verlo y Él quiere estar allí. Nos podemos dar cuenta, que la fe es más valiosa, más misteriosa y más inmensa que cualquier cosa que podamos aprender o decidir en la universidad. Aprende todo lo que quieras, pero cultiva el escepticismo cristiano. Esto te mantendrá libre –pero no libre para hacer sólo lo que tú quieras- sino más bien libre para ser formado por algo mucho más grande que tu propio intelecto o los intelectos que te rodean. No sé si esta sea la respuesta que pueda ayudarte, pero cuando quieras escribirme, puedo tratar de responder y hacerlo mejor”.

                Son muy pocos los intelectuales de las élites académicas que defienden la fe. Por lo general, quienes lo hacen, reciben críticas muy negativas en los medios y una virtual censura para sus obras. Esto no es novedad. Recordemos el discurso de San Pablo ante el Areópago, en Atenas, que era el centro espiritual del helenismo pagano en el primer siglo de la era cristiana. Este discurso es el modelo de traducción del Evangelio a la cultura griega, para hacer que los griegos comprendieran que el Dios de los Cristianos y los judíos no era un dios ajeno a su cultura, sino más bien el Dios desconocido que ellos esperaban, es decir, la respuesta a las cuestiones más profundas de su cultura: “Él creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra fijando los tiempos determinados y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen la divinidad, para ver si a tientas la buscaban y la hallaban por más que no se encuentra lejos de cada uno de vosotros” (Hechos de los Apóstoles 17, 26-27). Cuando San Pablo habló de la resurrección de los muertos, algunos se burlaron: “Sobre esto ya te oiremos otra vez” (Hch 17, 10).  No obstante el rechazo, algunos se adhirieron a él, entre ellos, Dionisio el Areopagita, de quien escribió extensamente Santa Edith Stein, quien deliberó sobre su Teología Simbólica y sus contribuciones al pensamiento filosófico occidental. San Pablo ejerció su libertad y no se dejó arrastrar por corrientes paganas. Más bien, aprovechó la oportunidad para evangelizar intelectuales, mientras que muchos estudiantes hoy en día capitulan ante el poder político, proselitismo e ideologías, sin intentar siquiera un contrapunto a esas corrientes anti-cristianas.

                La fe se va perdiendo no sólo en el terreno intelectual, sino también en las relaciones humanas. Hoy en día, prolifera la idea de que las relaciones son desechables. No se valora el compromiso. Sólo dependen de ‘sentirse bien’. El remedio para una relación en donde ya no ‘nos sentimos bien’ es el abandono, para poder ‘encontrarnos a nosotros mismos’, que es un eufemismo contemporáneo para el egoísmo. Esto ha intensificado la promiscuidad en las universidades, además de las enfermedades sexualmente transmitidas y la ilegitimidad.  Al regresar los estudiantes a casa, sus padres se encuentran con un ser transformado por un ‘soma’ que haría palidecer a Huxley, que desde 1932 había predicho que la falsificación sería el elemento decisivo de la modernidad.


                El Papa Benedicto XVI ha escrito extensamente sobre la dictadura del relativismo y cómo el concepto de la verdad se ha vuelto sospechoso, ya que un gran número de filosofías coinciden en señalar que el hombre no es capaz de la verdad. Si aceptamos estas ideas, por implicación estamos señalando que el hombre no es capaz de vivir de acuerdo a valores éticos tampoco. Por lo tanto, tampoco tendría estándares. Sólo le restaría considerar cómo arreglar las cosas razonablemente por sí mismo, y siendo así, la opinión de la mayoría sería el único criterio válido. La Historia, sin embargo, ha demostrado –escribe el Papa Emérito- cómo las mayorías pueden ser destructivas, cómo lo demostraron los sistemas políticos del Nazismo y el Marxismo, todos los cuales empuñaron su fuerza contra la verdad. En la homilía de apertura del cónclave que lo eligió como Papa el 2005, advirtió del inminente peligro de “no reconocer nada como definitivo, cuyo estándar definitivo establece que  sólo el ego personal y los propios deseos cuentan”. La verdad no necesita de la violencia para prevalecer, ya que tiene su propia fuerza. Ese es el tema central del Evangelio de San Juan: Cuando Jesús es traído frente a Pilato, Jesús proclama que Él mismo es la Verdad y su propio testigo. (Jn 18, 37).  Pilato respondió precisamente como respondería este mundo actual tan pagano como entonces: “¿Qué es la verdad?” (Jn 18, 38).





                El columnista William F. Buckley, Jr., que llegó a ser la voz del movimiento conservador en Estados Unidos publicó su memoria de sus experiencias en la Universidad de Yale, ‘God & Man at Yale’, a los 25 años de edad. Criticó a la facultad por promover la indoctrinación ideológica ultra-liberal en los estudiantes. Para Buckley, la libertad académica no era otra cosa que un programa para reforzar la conformidad ideológica, indicando que los catedráticos atacaban las creencias religiosas de los estudiantes en sus clases. Buckley, que fue católico,  aseguró que la Universidad de Yale estaba negando a sus estudiantes su sentido de individualidad con este conformismo. Por lo tanto, fallaban a sus principios, al enseñar cursos con contenidos que eran inconsistentes con las creencias de sus estudiantes. Dedicó su libro a Dios, a su país y a Yale. Buckley emergió en la vida pública como una especie de ‘joven San Pablo’ promoviendo el nuevo movimiento conservador y el regreso a la moralidad, con la diferencia de que Buckley no tuvo una etapa rebelde como Saulo, ni tampoco una noche oscura en su alma, pero ‘God & Man at Yale’ fue algo más que un libro: fue un acto político que convocó a los padres, a los estudiantes y a los propios regentes de la universidad a tomar acciones contra la administración de la universidad. En pocas palabras, convocó a la mayoría, creyentes en Dios, a derrocar a la élite liberal. El movimiento conservador creció y llegó a formular la plataforma política que eligió a Ronald Reagan como Presidente, además de la elección de magistrados católicos pro-vida en la Suprema Corte.

                Además del consejo de Flannery O’Connor sobre mantener un balance en el contenido de nuestras lecturas y tener presentes estas reflexiones del Papa Benedicto XVI, podemos promover el contrapunto cristiano considerando lo siguiente:

1.       No nos conformemos con el kulturkampfde los medios. Optemos por medios que presenten un contrapunto para las ideologías anti-cristianas. Son muchos los medios publicando cobertura y opiniones que atacan nuestra fe, pero existe terreno para explorar la verdad y reconocer las tendencias. Los hay en una gran diversidad de formatos y opciones, tanto impresos como virtuales.

2.       Revisemos el balance ideológico de los contenidos en los textos y lecturas suplementarias. Si un curso de Economía sólo promueve un punto de vista marxista, pidamos que también presente la opción de la libertad económica y la teoría de mercados. Si un sicólogo presenta una imagen negativa del matrimonio citando cifras sobre la violencia intra-doméstica entre parejas casadas; que también presente las cifras para las uniones libres. La objetividad aplica a todas las perspectivas.

3.       Si nuestras amistades expresan uniformemente puntos de vista anti-cristianos, o tienden a alejarse de la vida cristiana, procuremos que nuestros grupos de amistades incluyan personas comprometidas con la fe. De hecho, es recomendable que la tendencia favorezca el crecimiento en la fe.

4.       Digamos ‘NO’ a los encuentros sexuales casuales. No sólo peligra la salud física y mental, sino más aun la espiritual. El sexo sin amor y sin el compromiso de fortalecerlo, es sólo sexo para satisfacer los instintos. Dios no quiere que usemos sexualmente a nadie. Nuestra vocación es amar.

5.       El primer compromiso del estudiante es con sus padres que están cubriendo el costo de su educación. No hay libertinaje que justifique defraudar a los padres de familia que generosamente están apoyando a sus hijos. Debemos ser responsables y ser fieles a los valores que nos han inculcado para compensar su amor de padres.


1.       Evitemos el respeto humano y los ambientes de alto riesgo, tales como fiestas donde se consumen drogas, hay borracheras y conductas escandalosas. El respeto humano nos somete a la dictadura del relativismo. Poncio Pilato sabía que Jesús era inocente, pero lo entregó a los verdugos por respeto humano.

2.       ¡Pudor, Pudor! Tanto en el vestuario como en la conducta. El Pudor es el respeto a la propia intimidad. Empecemos por respetarnos nosotros mismos, que somos templos del Espíritu Santo.

3.       Independientemente de que sea una universidad pública o privada, acerquémonos a grupos parroquiales que nos permitan profundizar en nuestra fe. Acudamos a la misa dominical, practiquemos la caridad y de ser posible, obtengamos dirección espiritual. No debemos abandonar la fe con el pretexto de las ocupaciones académicas. La fe nos ayudará a valorar mejor la educación, de tal manera que sea integral.

4.       Alerta sobre los movimientos estudiantiles. La gran mayoría de estos movimientos promueven causas que no tienen nada que ver con el estudio, ni la educación, ni el bienestar social. Con frecuencia están infiltrados por gente ajena a los legítimos intereses de los estudiantes y sólo los utilizan como botín político para sus causas. Sus tendencias favorecen la ideología marxista-leninista y sus diferentes matices partidistas, a los cuales se han unido más recientemente el feminismo radical y el Islamismo. No desperdiciemos nuestro tiempo.

La ‘nueva libertad’ que obtenemos al salir de la casa paterna nos plantea cuestiones que debemos responder adecuadamente, para abrirnos paso ante un mundo que nos ofrece muchas propuestas que ofenden a Dios. Las propuestas ofrecen una gran diversidad, pero esa diversidad no garantiza la verdad. Escuchemos y reflexionemos cuidadosamente antes de sucumbir ante las tentaciones. Permanezcamos conectados a Dios: “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5).

La vida universitaria puede ser una experiencia hermosa. Depende de cada uno de nosotros saber aprovechar lo mejor esta etapa de nuestras vidas y compartirla con nuestros seres queridos. Si Dios nos acompaña en esta fascinante etapa, los frutos de esa educación probarán que ha sido una experiencia  de vida en comunión. Tengamos en mente las palabras con que inicia San Juan Pablo II su carta encíclica ‘Fe y Razón’: “La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo”.

-Yvette Camou-

Bibliografía:

Biblia de Jerusalén.  Desclée de Brouwer. Bilbao, España. 2008.

Bloom, Allan D.  ‘The Closing of the American Mind’. Págs. 21, 39.  Simon & Schuster. 1987/1992.

Buckley, William F., Jr. ‘God & Man at Yale: The Superstitions of Academic Freedom’. Págs. 12, 23, 33. Regnery/Gateway. 1951/1976/1990.

Fitzgerald, Sally (Editor). ‘The Habit of Being: Letters of Flannery O’Connor’. Farrar, Straus & Giroux. Págs. 476-478. New York. 1979/’A Priest in Chatham’ reprint at Cardinal Newman Society’s Catholic Education Daily.

Papa Juan Pablo II, ‘Fides et Ratio’. Carta Encíclica sobre la relación entre la Fe y la Razón. 14 de Septiembre de 1998.

Pope Benedict XVI. ‘Light of the World: The Pope, the Church & the Signs of the Times’. Págs. 51-52.  Ignatius Press. 2010.

Pope Benedict XVI. ‘Saint Paul’. General Audiences July 2nd, 2008-February 4th, 2009.  Pág. 17. Ignatius Press. 2009.

Stein, Edith. ‘Knowledge and Faith’. (The Collected Works of Edith Stein, Part VIII). Págs. 83-85. Institute of Carmelite Studies/ ICS Publications.  Washington, DC. 2000.


26 de noviembre de 2014

SANTA TERSA DA A SAN JOSÉ EL CAPÍTULO 6 DE LA VIDA (II)


La bondad paternal de san José.

            Doctrinalmente santa Teresa condesa en dos páginas autobiográficas, cuando escribe este capítulo, la doctrina que los predicadores de la época y los tratadistas explican con muchas hojas, con la ventaja de que las suyas son la exposición de unas vivencias espirituales muy hondas y comprensivas.
            Dado el momento vital y espiritual que está viviendo la santa y en el que relee la historia de la salvación de su alma, lo que embarga su espíritu es la bondad paternal  y el pode singular de san José para ayudar en todas las necesidades, Cuando la Santa redacta este capítulo ha experimentado ya la mano paternal y poderosísima  de san José en momentos cruciales de su vida y de su obra de fundadora: curación milagrosa, fundación del convento de san José, liberación de los peligros del alma y ayuda en momentos de duras pruebas… y todavía le quedan muchos años de vida en los que la bondad de San José se va a ir dejando sentir palpablemente. Escribe el libro de la Vida en el 1565.
            Santa Teresa no tiene referencias ni hace reflexiones sobre la bondad  de san José, como lo hace de la bondad de Dios Padre en el Camino, exponiendo la invocación  de la oración del Padre nuestro; sencillamente llama a san José Padre, Padre mío: :este padre y señor (V 6,6),mi verdadero padre y  señor (V 33,11), mi glorioso padre y señor san José (F, prol 5), glorioso padre mío san José (V 30,7), mi padre glorioso san José (V 36,6), mi padre san José (V 33,14; 36,11), el glorioso padre nuestro san José (V 36,5). ¿Nos damos cuenta de toda la carga de amor, de bondad, de ternura que encierran estas palabras, referidas  al santo Patriarca, como expresión de la  experiencias josefinas de la Santa?.
            Hay que añadir aquí lo que ella afirma de su padre, de su gran piedad y caridad (V 1,2), del tan demasiado amor que mi padre me tenía (V 2,7) que faltarme él, era faltarme todo bien y regalo y se me arrancaba el alma, cuando le veía morir porque le quería mucho (V 7,14); con la añadidura de unas experiencias de amor y bondad por parte del padre que hacen más  bellos y sentidos estos valores, como cuando la lleva a las Agustinas de Gracia de la ciudad para librarle de los peligros de alma  en que encontraba. En la enfermedad que se le presentó no mucho tiempo después de entrar en al Encarnación, con todo cuidado  de mi regalo mi padre y mi hermana me llevaron a casa de esta en Catellanos de la Cañada y después de tres  meses con grandísimos trabajos. Su padre volvió a traerla, la trataron médicos y la cosa iba de mal  a peor; de abril a la Asunción de la Virgen duró la enfermedad, los últimos meses con dolores  incomportables que día ni noche ningún sosiego podía tener y como la  cura era más  recia de lo que pedía mi complexión, degeneró en un paroxismo que duró cuatro días. Todos la deban por muerta (en el convento de la Encarnación ya habían abierto la sepultura) sino era su padre que siempre decía: mi hija no está para sepultar. Su amor de padre no se equivocó..
            Pensemos también en lo que dice de la paternidad de Dios sobre nosotros en el comentario del Padre nuestro. Es tanto lo que da junto en la primera palabra que si el entendimiento lo comprendiera plenamente, ocuparía de modo la voluntad que no podía hablar palabra (C 27,1-2). Le dice la santa al Hijo, a Jesucristo que “nos da todo lo que se puede dar, pues obliga a su Padre a tenernos por hijos, que su palabra no puede faltar, y así no es pequeña carga, pues en siendo padre nos ha de sufrir, por grandes que sean nuestra ofensas. Si nos tornamos a él, como el hijo prodigo, hanos de perdonar, hanos de consolar en nuestros trabajos, hanos de sustentar, como lo da de hacer un tal Padre, que forzado ha de ser mejor que todos los padres del mundo, porque en él no puede haber sino todo bien cumplido; y después de todo esto hacernos partícipes y herederos de Vos” (C 27,2).
            San José es la sombra de Dios Padre en la tierra. En él ha puesto el Espíritu Santo la condición de Dios Padre  de la manera más perfecta que puede recibirla un hombre en la tierra. San José en este aspecto de bondad es el Rostro de Dios en la tierra  Así lo fue para Santa Teresa. Por eso, podemos aplicarle, con las debidas reservas, lo que la Santa dice  de la bondad de Dios Padre. Por ejemplo: “¡Oh bondad infinita de mi Dios… que toda querría, cuando esto veo, deshacer en amaros! ¡Oh, que buen amigo hacéis, Señor, cómo la vais regalando y sufriendo y esperáis a que se haga a vuestra condición, tan de mientras la sufrís Vos la suya!” (V 8,6) Apliquemos estas palabras al comportamiento de san José para con ella..
            “Fiad de su bondad que  nunca falta a sus amigos” (V 11,12). Fiad de san José que nunca faltó a sus fieles devotos. Miremos a la misma santa Teresa que no recuerda haber pedido alguna cosa a san José que no se la haya concedido: es lo que le decimos en la oración del Acordaos. Acordaos, oh purísimo Esposo de la Virgen María, mi padre y señor gloriosísimo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección y pedido vuestra ayuda no haya sido escuchado y consolado.
            “¡Oh, Señor mío, qué bueno sois! Que dais como quien sois con gran largueza y magnanimidad” (V 18,3). ¡Qué buenos eres san José!, exclama santa Teresita del Niño Jesús. Ella también experimentó a lo largo de su corta vida la protección y la ayuda de san José. Ya a los dos meses de edad le salvó san José milagrosamente de una situación extrema. Su madre se arrodilló delante de una imagen de san José con  el  Niño que tenían en la habitación y le pidió confiadamente que le curase a su hija y la  curó Toda la familia lo tuvo como un milagro del santo Patriarca y la misma santa Teresita cuando se lo contaron.
            En el viaje a Roma se encomendó especialmente a José, rezándole la oración “San José, padre y protector de las vírgenes”, que le rezaba todos los días.
            Santa Teresa dice: “Si va algo torcida la petición, él la endereza para mayor bien mío” (V 6,7).

            “Fíe de la bondad de Dios que es mayor que todos los males que podamos hacer…Nunca se cansa de dar ni se pueden agitar sus misericordias” (V 19,15)Así es san José. Su bondad está muy por encima de todos nuestros males, no desoye a ninguno que acude a él, aunque sea el más pobre y miserable y nunca de cansa de alcanzar gracias de su Hijo a todo el que le invoca con amor. Sus misericordias no se agotan y goza en atender y cuidar de todos. ¡Qué bueno es san José!    

20 de noviembre de 2014

CADA VIDA TIENE UNA MISIÓN

VER AQUÍ


Una cita con la vida, una cita convocada para el veintidós de noviembre. Está al caer y te esperamos de alguna manera. Si no con tú presencia, porque no puedes, si con tu espíritu, que sí que puedes. Hay mil formas y maneras de estar. Con tus oraciones, con tus preocupaciones por la vida, con tu presencia si estás por aquí cerca, con tus palabras, pero la mejor es estar con tu vida, defendiendo la vida, porque la vida es el don que Dios nos ha dado para gozar eternamente de su presencia.

Nadie puede apoderarse de la vida. No es que puedan hacerlo, pero es un atentado contra la Voluntad de Dios querer interrumpirla. Nunca podrán hacerlo de forma plena. Podrán, eso sí, parar el camino de este mundo, pero nunca el eterno y celestial al que está destinada cada vida. Porque la vida es la oportunidad que Dios te ha dado para probar tu amor, y defenderla es proclamar que sólo a Él le pertenece y que en Él confías y crees.

Sin embargo, lo más grave no es perder la vida, porque nunca podrán matarla, sino el alma que puedan escandalizar y desviar con las cosas de este mundo. Porque con la vida del cuerpo no se pierde nada, se gana el cielo teniendo el alma limpia y confiada en la Misericordia de Dios. Hay muchas vidas inocentes que ni siquiera han salido a la luz. Han vivido escasos meses en la oscuridad del vientre de sus madres, pero vivirán para siempre porque, a pesar de que sus diminutos cuerpos han sido mutilados, sus limpias almas han volado al cielo junto al Padre Bueno que las ha creado para la vida y vida en abundancia y eterna.

El próximo día 22 de noviembre saldrá a la calle la vida. La vida encarnada en mucha gente convocada de muchos lugares, y llenas de vida para gritar y pedir la defensa de la vida. Será un grito de esperanza, pero de esperanza para que los que matan la vida abran sus ojos al error que cometen al quitarla a otros. La vida no les pertenece y matar es robar la vida de otro. No hay justificaciones que la razón pueda argumentar sobre el derecho a matar la vida inocente e indefensa. Ninguna se sostiene por sí misma, ni por mil y una razón que quieran dar, porque la vida es tuya y nadie puede decidir sobre ti.

Tú, aunque no puedas hablar ni defenderte, tienes derecho a que te dejen vivir y te procuren todo lo necesario para que tu vida se desarrolle como un ser humano que eres. Porque tú eres parte de este mundo independientemente de que no hayan contado contigo para engendrarte. Has nacido y tienes derecho a vivir.


Salvador Pérez Alayón

19 de noviembre de 2014

SANTA TERESA DA A SAN JOSÉ EL CAPÍTULO 6 DE SU VIDA


            El capítulo 6 de la Vida de santa Teresa, el libro de las misericordias de Dios sobre ella, “su alma”, es un panegírico vivo breve, pero muy denso sobre san José. La exposición sencilla, realista de una de las grandes misericordias de Dios para con ella. Dios hizo cosas grandes en ella. Que le regaño por medio de san José, su Padre y Señor. para mí el mejor panegírico que se ha escrito en lengua española en honra de san José. Y loes porque está escrito desde una experiencia singularísima de la protección y ayuda de san  José. Como ella dice: “No dirá nada que no haya experimentado mucho” (V 18,8). Ella cundo escribe esta pagina autobiográfica ha experimentado mucho a san José, su presencia, su ayuda, su protección: “no recuerdo hasta ahora haberla suplicado cosa que la haya dejado de hacer” (v 6,), “Paréceme ha algunos años que cada años en su vida, le pido una cosa y siempre la veo cumplida”(V,6,7).
            Y entre las cosas, las gracias que le concedió encontramos la curación de una gravísima enfermedad. Para ver la grandeza del milagro es necesario leer la descripción que ella anos hace de su enfermedad: “Quedé de estos cuatro días de paroxismo de manera que solo el Señor puede saber los incomportables sufrimientos que sentía en mí. La lengua hecha pedazos de mordida, la garganta de no haber pasado nada y d la gran flaqueza que me ahogaba, que aún el agua no podía pasar. Toda me parecía estaba desconyuntada, con grandísimo desatino en la cabeza; toda encogida, hecha un ovillo, porque en esto paró el tormento de aquellos días, sin poderme menear ni brazo ni pie ni mano ni cabeza, más que si estuviera muerta, si no me meneaban; solo un dedo me parece podía menar de la mano derecha. Pues llegar a mí no había cómo, porque todo estaba tan lastimado que no lo podía sufrir. En una sábana, una de untado y otra de otro, me meneaban” (V 6,1). Di luego tan grabo risa de irme al monasterio, que me hice llevar así. A la que esperaban muerta,  (ya la habían abierto la sepultura en el monasterio en los cuatro días de paroxismo en que todos,  menos su padre la tenían por muerta), la recibieron con alma, pero el cuerpo peor que muerto para dar pena verle. El extremo de flaqueza no se pede decir, que solo los huesos tenía ya. Digo que el así me duró más de ocho meses, el estar tullida, aunque iba mejorando, más de tres años…Cuando comencé a andar a gatas alababa a Dios.. Todo lo pasé con gran conformidad, y si no fue estos principios, con gran alegría., porque todo se me hacía nonada comparado con los dolores y tormentos del principio (V 6,5-6).
            En situación tan angustiosa y dramática ¿a quién acude? “Como me ví tan tullida y en poca edad  (213-24 años) y cuál me habían dejado  los médicos de la tierra, determiné acudir a los del cielo para que me sanasen…. Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y encomendéme mucho a él” (V 6,5-6).

            Aquel acontecimiento singular se tuvo como un milagro de san José. Así en varias declaraciones para su beatificación y Canonización. Y, sin duda, la primera que lo tuvo como un milagro de su Padre y Señor  san José fue la misma santa Teresa, y con ese milagro se le aumentó al cubo la devoción a san José. Según María de san José, “de esta enfermedad y dolores salió con la devoción  san José” (Libro e Recreaciones, 8,72). Salió con la devoción a san José reforzada, aumentada, sublimada y contagiosa, como se desprende de  las expresiones referidas a san José en este  capítulo 6 de la Vida, porque devota de san José ya lo era desde su niñez, se había aumentado en el convento de la Encarnación y si se encomienda y mucho a san José es porque le es ya muy devota.