27 de febrero de 2014

CON LA VIDA NO SE JUEGA

No se ha contado con ninguno de nosotros para traernos al mundo, se ha dado la vida sin ni siquiera pensarlo. Sí, es verdad que en muchos casos se ha buscado y se ha pensado en engendrar vida, pero hay también muchos que no. De cualquier forma la vida es algo que no depende de nosotros sino que está en nosotros la capacidad de darla porque así nos ha venido dado.

Regalamos vida tal y como nos la han regalado a nosotros sin ser los dueños y señores de esas vidas. Es la capacidad reproductiva que tenemos y que debemos respetar y cuidar. No podemos jugar con la vida para beneficio propio. El amor no son sentimientos de placer para usarlos según nuestros caprichos, sino instintos pasionales que nos estimulan y nos atraen para dar vida y proteger esa vida. 

Y que nos responsabilizan para crear circunstancias donde esa vida pueda crecer y desarrollar con todos sus derechos y posibilidades. Son los nidos, las familias, a los que toda criatura tiene derecho. Nadie tiene derecho aunque así lo crean y lo vivan, a jugar con sus cuerpos y a generar vida que luego al no ser querida desean matarla. No hay punto de discusión porque la verdad es apabullante. El hombre y la mujer se convierte en auténticos asesinos.

Ocurre de forma perfecta en los animales y así se reproducen por sus instintos procreativos que garantizan las especie y el equilibrio natural. Ocurre que siempre es el hombre quien lo estropea todo queriendo incluso dominarlos y utilizarlos para beneficio propio.

Pero en la persona humana es diferente, porque hablamos de uno igual a él, con la misma dignidad que él. Y si el hombre tiene derechos y deberes, esos seres humanos, personas como ello, también tienen derechos y deberes. Aunque hay un matiz que mientras vivan en el seno de sus madres y sean dependientes de ellos, siempre tendrán más derechos que deberes.

Por lo tanto, si te precias de ser persona, se responsable y no juegues con la vida.

Salvador Pérez Alayón.