25 de diciembre de 2014

"Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor..."

Vamos a la casa del Señor. Es Jesús, nuestro amigo, pero también es nuestro Rey, nuestro Señor. La iglesia es su casa y entramos con mucho respeto. Su presencia real en la Eucaristía es un misterio y no podemos dejar de admirarnos.
Transmitamos a nuestros hijos este respeto. Con nuestras ropas (¡no vamos a saludar al rey con un chandal o con ropa de playa!) Ya no corremos, hablamos bajito, sólo si es necesario. Jesús nos habla bajito y si nosotros estamos conversando no le oiremos.  

Al lado de la puerta encontramos la pila de agua bendita. Como llegamos un poco antes de que empiece la misa podemos explicarles que el agua del bautismo es la puerta del cielo, nos limpia del pecado original. Pero, como nos equivocamos muchas veces, cuando tomamos agua bendita y hacemos la señal de la cruz al entrar en la iglesia, esta nos purifica de nuestros pecados veniales -si nos arrepentimos de ellos- y nos ayuda a preparar nuestro corazón para asistir al Gran Milagro.
Es un buen momento para enseñar a hacer la señal de la cruz y asegurarnos de que no hacen un garabato.

Ya estamos dentro. Miramos al Sagrario y les explicamos que allí está Jesús vivo y que le saludamos, como Señor nuestro, haciendo una genuflexión. La rodilla derecha toca al suelo y la hacemos despacio, sin prisas, saludando a Jesús también con nuestro corazón.
Es bueno que nos situemos en las primeras filas donde ellos puedan ver lo que sucede en el altar. Aunque parezca mentira se portan mejor y si son muy pequeños se les puede llevar una bolsa con juguetes que no hagan ruido o unos cuentos.

Estas son las tres cosas que enseñaré y recordaré a mis hijos esté domingo

Por: Eva Carreras

22 de diciembre de 2014

Feliz Navidad - Asociación Blogueros con el Papa

"Unidos en la esperanza del nacimiento del Niño Dios, los blogueros nos aceramos la portal con la humildad de pastores y los sabios de oriente. Unos escuchando al Ángel anunciar y los otros, leyendo en el Cielo las indicaciones de Dios. 
Les deseamos que pasen una feliz Navidad y que la Gracia de Dios les llene."

18 de diciembre de 2014

¡Cantemos, la Misa va a empezar!


Sabemos que la fiesta de la misa empieza cuando comenzamos a cantar el canto de entrada. Entonces todos los que queremos participar en esta fiesta nos pondremos en pie y acompañamos el recorrido del sacerdote desde la sacristía hasta el altar cantando A menudo les recuerdo a mis hijos que desde ese instante del canto de entrada es importante ya no pensar más en lo que hay fuera del templo y disfrutar de cada momento y partes de la celebración
     En muchas parroquias ensayan los cantos antes  de empezar y esto nos ayuda a conocer no solo las letras, sino sus significados. Nuestros hijos estarán más atentos y evitaremos un  niño que se sienta, se pone de cuclillas y otro que baila sobre el reposapiés del banco.
     Como catequista de niños de primera comunión  y madre de dos de once y siete, me sorprende cada vez más ver con qué facilidad nuestros pequeños llegan a comprender cosas que a nosotros los mayores a menudo nos cuesta tanto.
El sacerdote besa el altar ¿porqué?. Porque en él se va a ofrecer  Jesús en sacrificio. Quizás les podríamos contar antes la historia de Noé y el primer altar que edificó para dar gloria a Dios. Y la historia de Abraham...
     Hoy intentaremos dar unas referencias para que nuestros pequeños no se pierdan la importancia del “saludo inicial” y comprendan el verdadero sentido de esa parte de la Eucaristía que a veces, incluso a los mayores se nos pasa un poco por alto si no estamos atentos.
     Para que los niños entiendan el sentido de este gesto me gusta formularles preguntas y poner ejemplos de relaciones cercanas que viven:
¿Qué haces cuando te encuentras con tu mejor amigo después de unos días sin verlo?
¿Le abrazas, le das la mano, le sonríes?
Hacer este tipo de preguntas en casa o en modo de preparatoria entre juegos por el camino, como nos explicaba Eva en post anteriores es un modo fácil para ayudar a los hijos a comprender cada gesto de los diferentes ritos o partes de la misa. De ese modo podrán seguirla, descubriendo sus diferentes significados.
Me ayuda también esta reflexión del libro " la misa de los niños" 
     "Ya sabes que la Misa tiene dos partes principales: primero, la litúrgia de la Palabra y, después , la liturgia eucarística. En la Misa hacemos lo mismo que cuando vamos de visita a una casa: lo primero es saludarnos y, si no nos conocen, nos presentamos"[1]
Por: Sacramento Rosales (Mento)



[1] “La misa de los niños”. Pedro Mº  Reyes y Francisco  Javier Navarro. Editorial Palabra.

17 de diciembre de 2014

SANTA TERESA DIO A SAN JOSÉ EL CAPÍTULO VI DE LA VIDA (V)

     
Las personas de oración especialmente deben ser devotas de san José,
Las relaciones de santa Teresa con san José es un caso típico para ver hasta qué punto una devoción sincera puede llegar a hacerse experiencia sobrenatural, en la terminología de la Santa, que lleva  a penetrar en la intimidad más familiar y profunda con la persona de quien se es devota. Así llega santa Teresa  a entrar en la comunión mas íntima con san José, experimentando especialmente su paternidad y su poder.  Desde esta experiencia  grita a todas las almas que sean devotas de san José y que se encomienden a él,  que se verán muy favorecidas y aprovechadas en la virtud,
 “En especial personas de oración siempre le habían de ser aficionadas… quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro y no erraré en el camino” (V 6,8).
Para santa Teresa los que se dedican a la oración forman una categoría especial en la Iglesia de Dios, son los siervos del amor (V 11,1); a ella pertenecen sus hijas las carmelitas descalzas  y los carmelitas descalzos y cuantos se dedican de lleno a la oración. Para estas  san  José es un maestro consumado.
            La oración mental, según santa Teresa,  es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama (V 8,5). ¿Quien es ese que sabemos que nos ama? Es Jesucristo humanado. Para ella la Humanidad sacratísima de Jesús,  - toda mi vida había sido tan devota de Cristo- es por quien nos vienen  todos los bienes (V 22,4.6.7), el libro verdadero donde ha visto y aprendido las verdades (V 26,2), con quien tenemos que entablar, mantener, fomentar y cuidar al máximo la verdadera intimidad interior. Nunca debemos apartarnos de ella. Sí, que Jesús es el amigo verdadero al lado que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo (V22,7), compañero nuestro en el Santísimo Sacramento, que no parece fue en su mano apartarse un momento de nosotros, no queramos otro camino que Él (V 22,7),  que en verlo cabe nosotros vemos todos los bienes.
            El camino de la oración debe llevarnos a encontrar y vivir en comunión íntima con Jesús. De ahí la llamada de la Santa: “Pues que mejor que la del mismo Maestro que enseñó la oración que vais a rezar? Representad al mismo Señor junto a vos y mirad con qué amor y humildad os está enseñando; y creedme, mientras pudiereis, no estéis sin tan buen amigo…¿Pensáis que es poco un tan buen amigo al lado? C 26,1)
            La Santa, convencida por la propia experiencia, que la oración es tanto más auténtica y santificadora cuanto es un encuentro más íntimo con Jesús,  un encuentro en el que el alma “le está hablando y regalándose con él” (V 13,11), exhorta ardiente y amorosamente a ocuparse” en que mire que le mira y le acompañe y hable y pida y se humille y regale con Él y acuérdese que no merecía estar allí…; hace muchos provechos esta manera de oración” /V 13,22)
            Esta es la oración teresiana y en la compañía e  intimidad  con Jesús humanado debe desarrollarse en sus diversas etapas.”Acostumbrarse y enamorase mucho de su sagrada Humanidad y traerle siempre consigo y hablar con él…Traer la preciosa compañía de Jesús humanado con nosotros aprovecha en todos los estados y un medio segurísimo para  crecer en el amor e ir aprovechando en el primero y llegar en breve al segundo grado de oración y para los postreros  andar seguro de los peligros que el demonio puede poner” (V 12,3). Así fue la trayectoria de su oración, de la que es  Maestra insuperable. (V 13,22) Por eso, aconseja que, aunque se medite en otras verdades, pero es a condición de que no se deje muchas veces la Pasión y la Vida de Cristo que es de donde nos han venido y nos vienen todos los bienes (V 13,13)-
Si esto es la oración para la Madre Teresa se explica y se comprende que proponga a san José como Maestro insuperable de este camino. La vida de san José, su predestinación,   su vocación , su misión está totalmente en la perspectiva de la compañía de Jesús y se concretan en estarle siempre al lado, hablarle, regalarse con él. pedirle, servirle. Toda la razón de su existencia es la vida de Jesús y para Jesús. Su verdadero desposorio con María fue en atención a Jesús. La vida de José tiene su  razón de ser solamente en Jesús: recibirle y acogerle en el. seno de su esposa María y cuando nazca, ponerle el nombre tan sublime de Jesús, cuidarle y velar por él, alimentarle, enseñarle, vivir en su compañía e intimidad y defenderle ¿Quién podrá  comprender la intimidad dulce y suave, gozosa y dolorosa que vivió con Jesús? ¿Quién podrá vislumbrar los la intensidad de amistad que se desarrolló entre ellos y con María? Es un aspecto particularísimo de la vida de san José que, desde san Bernardo, han tocado de mil ,maneras todos los que han escrito sobre el santo Patriarca; los predicadores lo predicaban desde los púlpitos. Santa Teresa, tan amiga de sermones,  lo oyó mas de una vez, “que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles, en el tiempo que tanto paso con el niño Jesús, que no den gracias a san José, por lo bien que les ayudó en ellos” (V 6,8).
Si  en la oración, como trato de amistad con Cristo, es aspecto esencial escuchar las palabras de Jesús, ver verdades, san José escuchó muchas veces las palabras de su hijo Jesús, como María, que le calaban hondo en el corazón y le iban  santificando más y más. Si a  los apóstoles, por ser sus amigos, (Jn 15,15) Jesús les descubre sus secretos ¿qué secretos y verdades no descubriría a su Padre san José. Y ¡como escucharía san José las palabras llenas de vida y de calor de Jesús! ¡Con que docilidad las asimilaría, con qué amor las metería y las meditaría en su corazón! ¡qué conversaciones mantendrían entre los dos y con María!

Toda la vida de san José fue oración porque fue una vida en compañía    de Jesús, de intimidad y familiaridad singular con él. Nadie supo más y mejor que él de la oración trato de amistad con Jesús, que por tanto tiempo trató con Jesús y María en una comunión y comunicación única de amistad y de amor. José, como padre cuando era niño,  como amigo y compañero cuando fue mayor, vivió en una intimidad singular con él. Toda su vida fue contemplación, porque escuchaba y acogía, meditaba y contemplaba las verdades de Jesús en su corazón. Toda sus vida fue oración y contemplación vivida.. San José, dice el gran devoto de san José el P.Gracián,  aprendió la oración de los dos más aventajados espíritus que jamás se pueden imaginar, que son Jesús y María; en su compañía oraba, y a los mismos que mandaba como a súbditos, rogaba como a Dios  y Madre de Dios, que este privilegio de oración ninguno lo alcanza. Realmente san José es Maestro insuperable de oración

11 de diciembre de 2014

Mama en misa ¡Me aburro!

Hace días que estoy dando vueltas en mi cabeza. Mi hijo me dió la clave, el punto de partida. Me dijo: "mamá! ¡en misa me aburro! ¿por qué vamos a misa? ¡ yo no quiero ir!"
Y me recordé a mi misma diciéndole algo parecido a mi madre. Me volví a ver sentada en un banco contando las baldosas blancas y negras del suelo de la iglesia, sin entender ni importarme nada de lo que estaba sucediendo en el altar.
Mi madre no se escandalizó cuando le dije que había decidido no ir porque, para aburrirme, mejor me quedaba en casa. Me habló con mucho cariño y me regaló un misal para niños animándome a seguir la misa con él. Le hice caso y supere mi dificultad.
Pero ¿ qué hacer cuándo nuestros hijos tienen dificultades con la lectura?
Necesitamos aprender a leer conociendo las primeras letras. Si cuando apenas distinguimos las vocales nos dan "El Quijote" como libro de cabecera, con toda seguridad no volveremos a coger un libro en la vida. El problema no está en "El Quijote" si no en nuestras dificultades para entenderlo si no nos dan las herramientas para hacerlo.
Lo mismo sucede, salvando las distancias, con la misa. Es un misterio tan grande que debemos ir aprendiendo poco a poco, pasito a pasito, haciéndonos niños con nuestros hijos.
Mi hijo esperaba una respuesta y se la di: "nos aburrimos cuando no entendemos nada”.
Vamos a pensar cada domingo en tres cosas que nos puedan ayudar a comprender mejor. Porque cuando dejas de contar baldosas, el Señor te engancha y ya no se trata de "tener que ir" si no de "desear ir". Tú hazme caso"
Y esta es nuestra propuesta para este año de catequesis para la familiar. Avanzar juntos, domingo a domingo, intentando detenernos en cada detalle, palabra, gesto… que nos ayude a enamorarnos de este sacramento. Porque, que nos aburramos no significa que no queramos a Jesús, significa que necesitamos aprender.


Por: Eva Carreras.

9 de diciembre de 2014

Enhorabuena a iMision por el Premio ¡Bravo!


Nuestra más sincera enhorabuena a iMision con haber sido premiados por la Conferencia Episcopal Española con el premio ¡Bravo! en Nuevas Tecnologías.


6 de diciembre de 2014

La Misa Comienza en Casa


¡Vamos niños! ¡Vamos a llegar tarde! ¡Corre, ponte los zapatos! Y salimos corriendo y estresados. Nos sentamos, si podemos, en el último banco, resoplando. Y los niños, contagiados y sin ver nada, también se sientan. Resignados a pasar una hora quietecitos y aburridos.
¿Cómo evitarlo?
La misa empieza en casa.
Los niños necesitan de las rutinas para saber lo que va a suceder a continuación, esto les tranquiliza y les da seguridad. Vale la pena intentar, siempre que sea posible, ir siempre a la misma iglesia y a la misma hora.
Dediquemos el tiempo que sea necesario para prepararnos con calma, vestirnos y que se vistan, sin prisas. Sí vamos siempre a la misma hora ya sabremos el tiempo real que necesitamos para no estresarnos. Disfrutemos del momento. Pongámonos guapos porque vamos a estar con Jesús.
Recuerdo que mi padre les ponía una toalla encima de los hombros a mis hermanos mayores, les echaba un litro de colonia y los repeinaba. Este tipo de recuerdos son los que les quiero dejar yo a mis hijos. ¡Alegría, vamos a misa!
Por el camino podemos contarles el evangelio que se va a leer o jugar con ellos a las adivinanzas; ¿de que color irá el sacerdote hoy? ¿Porqué?...
Tres cosas que intento vivir para llegar a la iglesia con alegría y paz.
Nuestro corazón está preparado.


Por: Eva Carreras






5 de diciembre de 2014

Al Rescate del Adviento



Para muchas de nuestras familias, el Adviento es un reto. Cada año nos hacemos el propósito de vivir el Adviento de una forma significativa y coherente con nuestra fe.  Queremos vivirlo en paz, en actitud orante y con nuestros corazones abiertos a la esperanza. La cultura que prevalece en nuestra sociedad no nos ayuda.  El calendario de la sociedad de consumo -con todo y su contenido pagano- no se ajusta al ‘Kairós’ de este tiempo fuerte.  Si nos remitimos a ese calendario, la temporada navideña inicia a mediados de Septiembre, cuando muchos grandes almacenes publican sus catálogos de Navidad y muchas tiendas ya exhiben en sus estantes una selección de productos.  Las campañas empiezan desde entonces para seducir a una sociedad cuya obsesión por la gratificación instantánea ya rebasa los planes estratégicos de negocios de las grandes empresas.

                Un gerente regional de Wal-Mart lo expresó recientemente así: ‘La guerra de los bytes de información inicia con anticipación, de tal manera que la contra-ofensiva se despliegue antes de los bonos de Navidad’.  Es decir, el consumidor ya toma decisiones sobre Navidad desde Septiembre, sin haberse preparado aún para el Adviento, ni haber reflexionado sobre la trascendencia de Jesús hecho hombre.

                Podemos perseverar en nuestros buenos propósitos, que deben ser transmitidos para ir formando a las nuevas generaciones con una cultura cristiana, pero con frecuencia, la transmisión de estos valores enfrenta una batalla campal en una sociedad empeñada en robarle a Dios lo que es de Dios.  Se niega la esencia de Cristo para reducir este tiempo fuerte a ‘fiestas decembrinas’, como dicen los burócratas.   


                El Adviento nos ofrece muchas gracias que necesitamos para la conversión, además de lecciones muy importantes para la vida moral.  Entre las cosas más importantes que nos enseña es a renunciar a nosotros mismos, tener paciencia y saber esperar. Son valores muy necesarios para contrarrestar el egoísmo, la obsesión por la gratificación instantánea y la erosión de la caridad. La Iglesia busca transmitirnos la verdad pero estamos ensordecidos por el mundanal ruido materialista.  Cada vez resulta más difícil formar a los niños y a los jóvenes en la práctica de las virtudes. “La castidad no puede existir como virtud sin la capacidad de renunciar a uno mismo, hacer sacrificios y esperar(Consejo Pontificio para la Familia. La verdad y el significado de la sexualidad humana”.  No. 5).

                Cristo no vino al mundo en Navidad como un bebé de probeta o producto de algún experimento de biotecnología.  Nació de padres humildes que lo recibieron con rebosante amor, después de un período de espera que culminó con la realización de las esperanzas de su pueblo.  Negarle a Cristo este período de espera equivale a negarle su plenitud.

                La voluntad de Dios es la salvación de todos. Es por eso que Jesús, hijo del Padre, ha querido ser nuestro hermano, para ayudarnos a obtener las gracias necesarias. ‘Sin esas gracias, no podríamos decir que su verdadera voluntad es salvarnos a todos’, escribe San Alfonso María de Liguori. Santo Tomás Aquino explica el efecto de la voluntad antecedente mediante la cual ‘Dios quiere la salvación de todos, que es un orden natural, cuyo propósito es nuestra salvación, y por lo tanto, todas esas cosas que nos conducen a ese fin, que se nos ofrecen a todos, ya sea por naturaleza o por gracia’.  Si Dios nos ha dado mandamientos que cumplir, también nos ha dado la gracia para observarlos, además del recurso de la oración, como mediación para obtener la gracia para salvarnos.

                Recemos para que la voluntad de Dios se realice en nosotros, que el Señor nos ilumine para ver y sentir como una necesidad apremiante la promesa de salvación aquí y hoy mismo. Profundicemos en la Palabra de Dios, tomando en cuenta que estamos llamados a convertirnos en reflejo de la luz de Cristo. No es fácil ser reflejo de la luz de Cristo, ya que eso implica reflejar al mismo Cristo.  Nos hemos acostumbrado a vivir nuestras vidas sin luz, conformándonos con la mediocridad y el vacío. El Adviento nos llama a ir al encuentro del Señor en cada momento de nuestras vidas. Es como una llamada del despertador que nos alerta del riesgo de sedar nuestra fe viviendo dormidos cuando deberíamos velar: “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento”. (Mc 13, 33).

                El Adviento nos ofrece una maravillosa oportunidad para realizar las promesas y compromisos de nuestro Bautismo.  El Papa Benedicto XVI, escribió en su obra ‘The Spirit of the Liturgy’: “el objetivo del año litúrgico consiste en recordar sin cesar la memoria de su gran historia, despertar la memoria del corazón para poder discernir la estrella de la esperanza. Esta es la hermosa tarea del Adviento: despertar en nosotros los recuerdos de la bondad, abriendo de este modo las puertas de la esperanza”.

                ¿Qué podemos aprender de las figuras claves en la Liturgia de Adviento? Sin ellos, no podríamos configurar la Navidad, ni las tradiciones que nos unen, ni la alegría de apropiar la venida del Niño Jesús en nuestros corazones.  
1.       Isaías. Los evangelios no relatan nada sobre la personalidad del profeta pero lo citan. Se nota que el profeta estuvo presente en los pensamientos de Jesús. Es el profeta del tiempo de espera, por excelencia. Lo es por su deseo de liberación, su deseo de lo absoluto de Dios; lo es en la lógica bravura de toda su vida que es lucha y combate; lo es hasta en su arte literario, en el que nuestro siglo vuelve a encontrar su gusto por la imagen desnuda pero fuerte hasta la crudeza. Emocionado por el futuro esplendor del Reino de Dios que se inaugura con la venida de un Príncipe de paz y justicia. En Isaías, se nota ese poder tranquilo e inquebrantable del que está poseído por el Espíritu que anuncia, sin otra alternativa  lo que le dicta el Señor, su cercanía. Vivió en el siglo VIII A.C., en una época de esplendor y prosperidad para Judá y Samaria. Isaías veía su religiosidad vinculada a su fortuna política. En medio de este frágil paraíso, Isaías va a erguirse valerosamente y a cumplir con su misión: mostrar a su pueblo la ruina que le espera por su negligencia. Pero Isaías no se aislará en el papel de predicador moralizante. Se convierte para siempre en el gran anunciador de la Parusía, de la venida de Yahvé. Es así, que los dos significados del Adviento dejan constancia de ese fenómeno propiamente bíblico en el que una doble realidad se manifiesta por un mismo y único acontecimiento. El reino de Judá va a pasar por la devastación y la ruina. El nacimiento de Emmanuel, "Dios con nosotros", reconfortará a un reino dividido por el cisma de las diez tribus. El anuncio de este nacimiento promete a los contemporáneos de Isaías y a los oyentes de su oráculo, la supervivencia del reino, a pesar del cisma y la devastación. Príncipe y profeta, ese niño salvará por sí mismo a su país.

2.       Zacarías. Padre de San Juan Bautista y esposo de Santa Isabel, prima de María. Fue sacerdote. Con su cántico de Acción de Gracias, que el Cántico de Zacarías que se reza a diario en las Laudes, resalta el carácter excepcional de su hijo Juan, señalando su misión. Es el ‘Benedictus que San Lucas atribuye al padre de Juan, en Lc 1, 68-79. Partiendo de la escena de la Visitación podemos vincular dos dramas muy similares, excepto en el clímax: el de María y el de Zacarías. El Arcángel Gabriel se les había aparecido a ambos. A Zacarías se le apareció en el templo, revelándole que Isabel concebiría un hijo. Zacarías preguntó: “¿Cómo sabré que así sucederá? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en años” (Lc 1, 18). A María se le apareció el mismo arcángel estando en su casa orando. Le reveló que iba a concebir un hijo. María preguntó: “¿Cómo será esto, pues no tengo relaciones con ningún hombre?” (Lc 1, 34). Ambos escenarios y revelaciones  son similares, aún las preguntas, pero con una gran diferencia: Zacarías fue incrédulo, mientras que María tuvo una fe absoluta. Con su pregunta, Zacarías se rehusaba a creer; mientras que María deseaba comprender. Este Adviento podemos plantear nuestras preguntas sobre las enseñanzas de la Iglesia y los misterios d la fe, con la actitud humilde de María, para confirmar nuestra fe.

3.       La Virgen María. María es figura de la espera por excelencia. Las celebraciones eucarísticas nos inducen a alabar y recordar a María. Pero, sobre todo la Liturgia de las Horas contiene numerosos textos de alabanza a la Virgen. La celebración de la Inmaculada Concepción del 8 de Diciembre se inserta fácilmente en el tema de la Natividad, va en línea con las perspectivas del Antiguo Testamento. El fin del pueblo de Dios bajo la Antigua Alianza, mientras que María es, del mismo modo, el principio del pueblo de Dios bajo la economía de la Nueva y Eterna Alianza. Celebremos la fiesta de la Inmaculada Concepción vinculando su relación a la Liturgia del Tiempo. No es una fiesta cerrada en sí misma. María anuncia, prefigura y realiza con antelación, toda la santidad que será realizada al final de los tiempos. La Virgen "sin mancha, ni arruga" (Ef 5, 27) que debe presentarse al final de los tiempos, es la Iglesia.

4.       San José. La Anunciación fue un misterio gozoso para María, pero San José no supo nada de la visita del ángel ni de la acción del Espíritu Santo. Él sólo percibía la santidad de María y leía en los ojos de su amada paz e inocencia, ya que la propia María era su misterio gozoso, pero sabía que estaba esperando un hijo. No podía decir nada y estaba soportando una tormenta de perplejidad, hasta que un ángel disipó sus dudas y le confirmó que había concebido por obra del Espíritu Santo. (Mt. 1, 20).  San José cargó con la cruz del Cristo niño, con una paciencia confiada y silenciosa, hasta el destierro en Egipto. San José nos muestra que la puerta de la santidad tiene dos cerraduras: el cumplimiento de los deberes y las leyes,  y la otra que es la piedad. Los fariseos tenían acceso a la primera, que es la llave externa, pero la piedad es la llave interior, que consiste en cumplir nuestro deber para Dios: orar, trabajar, dormir, comer, haciendo todo para agradar a Dios, que todo lo ve.
5.       San Juan Bautista. Las coincidencias entre Isaías y Juan el Bautista van más allá de lo literario. Los dos coinciden en pensamiento y mensaje, son dos personalidades inseparables, cuyos papeles son prolongación uno de otro. Isaías está presente en Juan Bautista, como Juan Bautista está presente en aquél al que ha preparado el camino y que dirá de él: "No ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista". El nacimiento de Juan es motivo de un admirable poema que, a la vez, es acción de gracias y descripción del futuro papel del niño. Este poema lo canta la Iglesia cada día al final de los Laudes reavivando su acción de gracias por la salvación que Dios le ha dado y en reconocimiento porque Juan sigue mostrándole "el camino de la paz". Juan deberá, pues, anunciar un bautismo en el Espíritu para remisión de los pecados. Pero este bautismo no tendrá sólo este efecto negativo. Será iluminación. La misericordiosa ternura de Dios enviará al Mesías que, según dos pasajes de Isaías (9, 1 y 42, 7), recogidos por Cristo (Jn 8, 12), "iluminará a los que se hallan sentados en tinieblas y sombras de muerte" (Lc 1, 79). Juan está siempre presente durante la liturgia de Adviento. En realidad, su ejemplo debe permanecer constantemente ante los ojos de la Iglesia. La Iglesia, y cada uno de nosotros, tenemos como misión preparar los caminos del Señor, anunciar la Buena Noticia. Pero recibir esta misión exige la conversión.

6.       Santa Isabel. El Arcángel anticipó a María desde la Anunciación: “Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que todos tenían por estéril, porque para Dios no hay nada imposible” (Lc 1, 36, 37). María recibe una buena noticia con gozosa anticipación por designio divino. María escuchó con su corazón ‘entre líneas’. Isabel recibió la visita de la Madre de su Señor que se quedó con ella hasta el nacimiento de su hijo, ayudándole en los quehaceres domésticos. Ella no le pidió a María esa ayuda, fue María quien anticipó la necesidad.  Isabel recibió a María y al recibir su saludo, el niño saltó en su seno. Llena del Espíritu Santo exclamó: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre…¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1, 42, 45). Sus palabras siguen presentes en nuestros días, a través de; rezo del Ave María.  María le respondió con su exquisito cántico del Magnificat.


7.       El Niño Jesús. Nos recuerda que el amor de Dios por nosotros es infinito, que Dios envió a Jesús para hacerlo nuestro hermano. Su encarnación se dio tras una espera en el marco de la eternidad. El Verbo se hizo carne, Alfa y Omega de la redención.

8.       Pastores y Ángeles. Los pastores y los ángeles se dieron el tiempo para centrarse en lo esencial: la contemplación del hijo de Dios que habita entre nosotros, Emmanuel. Los pastores dejaron sus ganados, los ángeles dejaron el cielo; todos se unieron para adorar a Dios en los brazos de María. Adoremos al Niño Jesús siguiendo su ejemplo. Él vino a nosotros por amor, pero la pregunta de San Pablo en Efesios 2, 4 sigue en pie en nuestros días: ‘¿es acogido?’. San Juan, en su Evangelio, lo plantea con estas palabras: "Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron" (Jn 1,11).


También las tradiciones de Adviento son importantes. Tanto las tradiciones occidentales como las orientales han sido fuentes de inspiración para el Arte y la Literatura a lo largo de los siglos. Los pueblos indígenas de las Américas también han generado sus propias manifestaciones artísticas. México tiene una identidad cultural que no puede disociarse de Nuestra Señora de Guadalupe, que es una advocación que ha enriquecido las tradiciones de Adviento, ya que la virgen está en espera. Las tradicionales ‘posadas’ son fiestas que se celebran desde la época colonial.  En el terreno del Arte, la escena de la Visitación ha tenido muchas representaciones pictóricas: Goya, Leonardo da Vinci, Judith Weir,  El Adviento también ha tenido impacto en la Literatura, entre ellos los clásicos de Charles Dickens;  música clásica, entre estos, las cantatas de Bach, etc.

-Yvette Camou-

Referencias Bibliográficas:

Biblia de América. 8ª. Edición. Editorial Verbo Divino. 2000. Aprobada por las Conferencias Episcopales de México y Chile.

Casey, Michael. “Toward God: The Ancient Wisdom of Western Prayer”. Liguori/Triumph. 1996. Pág. 62

Liguori, St. Alphonsus de. “The Complete Works of St. Alphonsus de Liguori: The Great Means of Salvation & Perfection”.  Volume III. Redemptorist Fathers. Brooklyn. Edited by Reverend Eugene Grimm, CSSR. 1988. Págs. 114-115.

Nocent, Adrien. “El Año Litúrgico. Introducción y Adviento”. Sal Terrae. Santander 1979/Encuentra.com./2009.

Peyton, Patrick. Fr. “Father Peyton’s Rosary Prayer Book”. Ignatius Press, San Francisco. 2003. Págs. 55, 155, 217.

Ratzinger, Joseph. (Pope Benedict XVI). “The Spirit of the Liturgy”. Ignatius Press. 2003.  Pág. 34.


Rosica, Thomas. “Adviento es un período para abrir los ojos”.  Catholic.net. 2010.

3 de diciembre de 2014

Video IV Encuentro Blogueros con el Papa. Dra Leticia Soberón

Conferencia de la Dra. Leticia Soberón en el IV Encuentro de Blogueros con el Papa

30 de noviembre de 2014

La Fe es Relevante en la Vida Universitaria: Qué debemos hacer para defenderla y vivirla en el Campus.





Con estas palabras respondió esta gran escritora Católica a un estudiante que le había escrito comentándole que sentía que estaba perdiendo su fe desde que llegó a la universidad. Flannery O'Connor fue una escritora del siglo XX, nacida en 1925, que le tocó vivir las corrientes ideológicas deconstruccionistas que agitaron la vida universitaria y el panorama social que se ha estado viviendo desde entonces.

                Sus palabras recobran actualidad aún en el siglo XXI y en esta temporada navideña ya próxima, cuando muchos estudiantes universitarios se reúnen con sus familias y el primer shock para sus propias familias es que regresan a casa con una fe diluida en esas corrientes y en estilos de vida ‘alternativos’, es decir, inmorales.  Entonces, papá y mamá que se han esforzado por brindarles una educación superior que dignifique, ven sus esperanzas reducidas a una desilusión.

                Actualmente, la vida en el campus es un reto para la libertad religiosa. El sincretismo religioso prevalece en muchos casos sobre nuestra fe. Las corrientes ideológicas nos privan del sano ejercicio de esta libertad. El catálogo incluye todo un menú de ideologías: Feminismo radical, ideología de género, marxismo, panteísmo, New Age, etc., todo esto en combinación con el libertinaje, movimientos de gays/lesbianas/transgénero; falta de pudor, lenguaje políticamente correcto; defensa del aborto; la mentalidad contraceptiva y un despliegue de políticas de la ONU que promueven todo lo anterior. En virtud de todo esto, no es de extrañarse que haya tanta violencia en el campus y aún fuera de las universidades.

                Antes de partir a la universidad, los estudiantes deberían recibir una formación previa que les advierta sobre el panorama que confrontarán. Debería ser una evangelización efectiva que los prepare espiritualmente hacia esta nueva etapa de sus vidas. Los consejos que dio Flannery O’Connor a este joven pueden ser efectivos hoy en día, especialmente esta sencilla sugerencia: Que el estudiante se proponga leer un libro que presente la perspectiva cristiana por cada libro ‘anti-cristiano’ que lea. Textualmente escribió: “El resultado del estímulo de la vida intelectual en la universidad es la reducción de la vida imaginativa. Esto suena paradójico, pero con frecuencia es cierto. Los estudiantes terminan con dificultad para discernir y reconciliar los puntos de vista de muchas religiones diferentes, tales como el Budismo, Mahometanismo, etc., de tal manera que cesan de buscar a Dios en otras formas. Bridges le escribió una vez a Gerard Manley Hopkins, preguntándole cómo él –Bridges- pudiera sostener su fe. Él posiblemente esperaba que Hopkins le brindara una amplia respuesta filosófica. Hopkins se limitó a contestar: “Da limosna”.  Trataba de decirle a Bridges que la experiencia de Dios sólo podía vivirse en la caridad (en el sentido de la imagen divina en los seres humanos). No te enredes tanto en las dificultades de la vida intelectual de tal manera que termines fallándole a Dios de esta manera”.


                A finales del siglo XX, Allan Bloom, de la Universidad de Chicago publicó su obra ‘The Closing of the American Mind’, cuyas conclusiones dan soporte a las palabras de Flannery O’Connor.  Su perspectiva fue filosófica pero advierte de los peligros para la sociedad de esta educación sin valores, que también es una amenaza para la democracia y las libertades civiles que tanto hemos defendido. También defiende el fundamento de la libertad religiosa. Al igual que O’Connor, Bloom como judío percibe que la apertura relativista conduce a la cerrazón;  recomienda también el mismo sano escepticismo que ella propone ante tantas corrientes ideológicas y religiones. En esta misma carta citada, escribe Flannery O’Connor: “Lo que me mantuvo escéptica en la universidad fue precisamente mi fe cristiana que siempre me decía: ‘espera, no muerdas esto, trata de ver todo el retrato, continúa leyendo’. Aún en la vida  de un cristiano, la fe sube y baja como las olas de un mar invisible. Está allí, aunque no podamos sentirlo o verlo y Él quiere estar allí. Nos podemos dar cuenta, que la fe es más valiosa, más misteriosa y más inmensa que cualquier cosa que podamos aprender o decidir en la universidad. Aprende todo lo que quieras, pero cultiva el escepticismo cristiano. Esto te mantendrá libre –pero no libre para hacer sólo lo que tú quieras- sino más bien libre para ser formado por algo mucho más grande que tu propio intelecto o los intelectos que te rodean. No sé si esta sea la respuesta que pueda ayudarte, pero cuando quieras escribirme, puedo tratar de responder y hacerlo mejor”.

                Son muy pocos los intelectuales de las élites académicas que defienden la fe. Por lo general, quienes lo hacen, reciben críticas muy negativas en los medios y una virtual censura para sus obras. Esto no es novedad. Recordemos el discurso de San Pablo ante el Areópago, en Atenas, que era el centro espiritual del helenismo pagano en el primer siglo de la era cristiana. Este discurso es el modelo de traducción del Evangelio a la cultura griega, para hacer que los griegos comprendieran que el Dios de los Cristianos y los judíos no era un dios ajeno a su cultura, sino más bien el Dios desconocido que ellos esperaban, es decir, la respuesta a las cuestiones más profundas de su cultura: “Él creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra fijando los tiempos determinados y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen la divinidad, para ver si a tientas la buscaban y la hallaban por más que no se encuentra lejos de cada uno de vosotros” (Hechos de los Apóstoles 17, 26-27). Cuando San Pablo habló de la resurrección de los muertos, algunos se burlaron: “Sobre esto ya te oiremos otra vez” (Hch 17, 10).  No obstante el rechazo, algunos se adhirieron a él, entre ellos, Dionisio el Areopagita, de quien escribió extensamente Santa Edith Stein, quien deliberó sobre su Teología Simbólica y sus contribuciones al pensamiento filosófico occidental. San Pablo ejerció su libertad y no se dejó arrastrar por corrientes paganas. Más bien, aprovechó la oportunidad para evangelizar intelectuales, mientras que muchos estudiantes hoy en día capitulan ante el poder político, proselitismo e ideologías, sin intentar siquiera un contrapunto a esas corrientes anti-cristianas.

                La fe se va perdiendo no sólo en el terreno intelectual, sino también en las relaciones humanas. Hoy en día, prolifera la idea de que las relaciones son desechables. No se valora el compromiso. Sólo dependen de ‘sentirse bien’. El remedio para una relación en donde ya no ‘nos sentimos bien’ es el abandono, para poder ‘encontrarnos a nosotros mismos’, que es un eufemismo contemporáneo para el egoísmo. Esto ha intensificado la promiscuidad en las universidades, además de las enfermedades sexualmente transmitidas y la ilegitimidad.  Al regresar los estudiantes a casa, sus padres se encuentran con un ser transformado por un ‘soma’ que haría palidecer a Huxley, que desde 1932 había predicho que la falsificación sería el elemento decisivo de la modernidad.


                El Papa Benedicto XVI ha escrito extensamente sobre la dictadura del relativismo y cómo el concepto de la verdad se ha vuelto sospechoso, ya que un gran número de filosofías coinciden en señalar que el hombre no es capaz de la verdad. Si aceptamos estas ideas, por implicación estamos señalando que el hombre no es capaz de vivir de acuerdo a valores éticos tampoco. Por lo tanto, tampoco tendría estándares. Sólo le restaría considerar cómo arreglar las cosas razonablemente por sí mismo, y siendo así, la opinión de la mayoría sería el único criterio válido. La Historia, sin embargo, ha demostrado –escribe el Papa Emérito- cómo las mayorías pueden ser destructivas, cómo lo demostraron los sistemas políticos del Nazismo y el Marxismo, todos los cuales empuñaron su fuerza contra la verdad. En la homilía de apertura del cónclave que lo eligió como Papa el 2005, advirtió del inminente peligro de “no reconocer nada como definitivo, cuyo estándar definitivo establece que  sólo el ego personal y los propios deseos cuentan”. La verdad no necesita de la violencia para prevalecer, ya que tiene su propia fuerza. Ese es el tema central del Evangelio de San Juan: Cuando Jesús es traído frente a Pilato, Jesús proclama que Él mismo es la Verdad y su propio testigo. (Jn 18, 37).  Pilato respondió precisamente como respondería este mundo actual tan pagano como entonces: “¿Qué es la verdad?” (Jn 18, 38).





                El columnista William F. Buckley, Jr., que llegó a ser la voz del movimiento conservador en Estados Unidos publicó su memoria de sus experiencias en la Universidad de Yale, ‘God & Man at Yale’, a los 25 años de edad. Criticó a la facultad por promover la indoctrinación ideológica ultra-liberal en los estudiantes. Para Buckley, la libertad académica no era otra cosa que un programa para reforzar la conformidad ideológica, indicando que los catedráticos atacaban las creencias religiosas de los estudiantes en sus clases. Buckley, que fue católico,  aseguró que la Universidad de Yale estaba negando a sus estudiantes su sentido de individualidad con este conformismo. Por lo tanto, fallaban a sus principios, al enseñar cursos con contenidos que eran inconsistentes con las creencias de sus estudiantes. Dedicó su libro a Dios, a su país y a Yale. Buckley emergió en la vida pública como una especie de ‘joven San Pablo’ promoviendo el nuevo movimiento conservador y el regreso a la moralidad, con la diferencia de que Buckley no tuvo una etapa rebelde como Saulo, ni tampoco una noche oscura en su alma, pero ‘God & Man at Yale’ fue algo más que un libro: fue un acto político que convocó a los padres, a los estudiantes y a los propios regentes de la universidad a tomar acciones contra la administración de la universidad. En pocas palabras, convocó a la mayoría, creyentes en Dios, a derrocar a la élite liberal. El movimiento conservador creció y llegó a formular la plataforma política que eligió a Ronald Reagan como Presidente, además de la elección de magistrados católicos pro-vida en la Suprema Corte.

                Además del consejo de Flannery O’Connor sobre mantener un balance en el contenido de nuestras lecturas y tener presentes estas reflexiones del Papa Benedicto XVI, podemos promover el contrapunto cristiano considerando lo siguiente:

1.       No nos conformemos con el kulturkampfde los medios. Optemos por medios que presenten un contrapunto para las ideologías anti-cristianas. Son muchos los medios publicando cobertura y opiniones que atacan nuestra fe, pero existe terreno para explorar la verdad y reconocer las tendencias. Los hay en una gran diversidad de formatos y opciones, tanto impresos como virtuales.

2.       Revisemos el balance ideológico de los contenidos en los textos y lecturas suplementarias. Si un curso de Economía sólo promueve un punto de vista marxista, pidamos que también presente la opción de la libertad económica y la teoría de mercados. Si un sicólogo presenta una imagen negativa del matrimonio citando cifras sobre la violencia intra-doméstica entre parejas casadas; que también presente las cifras para las uniones libres. La objetividad aplica a todas las perspectivas.

3.       Si nuestras amistades expresan uniformemente puntos de vista anti-cristianos, o tienden a alejarse de la vida cristiana, procuremos que nuestros grupos de amistades incluyan personas comprometidas con la fe. De hecho, es recomendable que la tendencia favorezca el crecimiento en la fe.

4.       Digamos ‘NO’ a los encuentros sexuales casuales. No sólo peligra la salud física y mental, sino más aun la espiritual. El sexo sin amor y sin el compromiso de fortalecerlo, es sólo sexo para satisfacer los instintos. Dios no quiere que usemos sexualmente a nadie. Nuestra vocación es amar.

5.       El primer compromiso del estudiante es con sus padres que están cubriendo el costo de su educación. No hay libertinaje que justifique defraudar a los padres de familia que generosamente están apoyando a sus hijos. Debemos ser responsables y ser fieles a los valores que nos han inculcado para compensar su amor de padres.


1.       Evitemos el respeto humano y los ambientes de alto riesgo, tales como fiestas donde se consumen drogas, hay borracheras y conductas escandalosas. El respeto humano nos somete a la dictadura del relativismo. Poncio Pilato sabía que Jesús era inocente, pero lo entregó a los verdugos por respeto humano.

2.       ¡Pudor, Pudor! Tanto en el vestuario como en la conducta. El Pudor es el respeto a la propia intimidad. Empecemos por respetarnos nosotros mismos, que somos templos del Espíritu Santo.

3.       Independientemente de que sea una universidad pública o privada, acerquémonos a grupos parroquiales que nos permitan profundizar en nuestra fe. Acudamos a la misa dominical, practiquemos la caridad y de ser posible, obtengamos dirección espiritual. No debemos abandonar la fe con el pretexto de las ocupaciones académicas. La fe nos ayudará a valorar mejor la educación, de tal manera que sea integral.

4.       Alerta sobre los movimientos estudiantiles. La gran mayoría de estos movimientos promueven causas que no tienen nada que ver con el estudio, ni la educación, ni el bienestar social. Con frecuencia están infiltrados por gente ajena a los legítimos intereses de los estudiantes y sólo los utilizan como botín político para sus causas. Sus tendencias favorecen la ideología marxista-leninista y sus diferentes matices partidistas, a los cuales se han unido más recientemente el feminismo radical y el Islamismo. No desperdiciemos nuestro tiempo.

La ‘nueva libertad’ que obtenemos al salir de la casa paterna nos plantea cuestiones que debemos responder adecuadamente, para abrirnos paso ante un mundo que nos ofrece muchas propuestas que ofenden a Dios. Las propuestas ofrecen una gran diversidad, pero esa diversidad no garantiza la verdad. Escuchemos y reflexionemos cuidadosamente antes de sucumbir ante las tentaciones. Permanezcamos conectados a Dios: “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5).

La vida universitaria puede ser una experiencia hermosa. Depende de cada uno de nosotros saber aprovechar lo mejor esta etapa de nuestras vidas y compartirla con nuestros seres queridos. Si Dios nos acompaña en esta fascinante etapa, los frutos de esa educación probarán que ha sido una experiencia  de vida en comunión. Tengamos en mente las palabras con que inicia San Juan Pablo II su carta encíclica ‘Fe y Razón’: “La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo”.

-Yvette Camou-

Bibliografía:

Biblia de Jerusalén.  Desclée de Brouwer. Bilbao, España. 2008.

Bloom, Allan D.  ‘The Closing of the American Mind’. Págs. 21, 39.  Simon & Schuster. 1987/1992.

Buckley, William F., Jr. ‘God & Man at Yale: The Superstitions of Academic Freedom’. Págs. 12, 23, 33. Regnery/Gateway. 1951/1976/1990.

Fitzgerald, Sally (Editor). ‘The Habit of Being: Letters of Flannery O’Connor’. Farrar, Straus & Giroux. Págs. 476-478. New York. 1979/’A Priest in Chatham’ reprint at Cardinal Newman Society’s Catholic Education Daily.

Papa Juan Pablo II, ‘Fides et Ratio’. Carta Encíclica sobre la relación entre la Fe y la Razón. 14 de Septiembre de 1998.

Pope Benedict XVI. ‘Light of the World: The Pope, the Church & the Signs of the Times’. Págs. 51-52.  Ignatius Press. 2010.

Pope Benedict XVI. ‘Saint Paul’. General Audiences July 2nd, 2008-February 4th, 2009.  Pág. 17. Ignatius Press. 2009.

Stein, Edith. ‘Knowledge and Faith’. (The Collected Works of Edith Stein, Part VIII). Págs. 83-85. Institute of Carmelite Studies/ ICS Publications.  Washington, DC. 2000.


26 de noviembre de 2014

SANTA TERSA DA A SAN JOSÉ EL CAPÍTULO 6 DE LA VIDA (II)


La bondad paternal de san José.

            Doctrinalmente santa Teresa condesa en dos páginas autobiográficas, cuando escribe este capítulo, la doctrina que los predicadores de la época y los tratadistas explican con muchas hojas, con la ventaja de que las suyas son la exposición de unas vivencias espirituales muy hondas y comprensivas.
            Dado el momento vital y espiritual que está viviendo la santa y en el que relee la historia de la salvación de su alma, lo que embarga su espíritu es la bondad paternal  y el pode singular de san José para ayudar en todas las necesidades, Cuando la Santa redacta este capítulo ha experimentado ya la mano paternal y poderosísima  de san José en momentos cruciales de su vida y de su obra de fundadora: curación milagrosa, fundación del convento de san José, liberación de los peligros del alma y ayuda en momentos de duras pruebas… y todavía le quedan muchos años de vida en los que la bondad de San José se va a ir dejando sentir palpablemente. Escribe el libro de la Vida en el 1565.
            Santa Teresa no tiene referencias ni hace reflexiones sobre la bondad  de san José, como lo hace de la bondad de Dios Padre en el Camino, exponiendo la invocación  de la oración del Padre nuestro; sencillamente llama a san José Padre, Padre mío: :este padre y señor (V 6,6),mi verdadero padre y  señor (V 33,11), mi glorioso padre y señor san José (F, prol 5), glorioso padre mío san José (V 30,7), mi padre glorioso san José (V 36,6), mi padre san José (V 33,14; 36,11), el glorioso padre nuestro san José (V 36,5). ¿Nos damos cuenta de toda la carga de amor, de bondad, de ternura que encierran estas palabras, referidas  al santo Patriarca, como expresión de la  experiencias josefinas de la Santa?.
            Hay que añadir aquí lo que ella afirma de su padre, de su gran piedad y caridad (V 1,2), del tan demasiado amor que mi padre me tenía (V 2,7) que faltarme él, era faltarme todo bien y regalo y se me arrancaba el alma, cuando le veía morir porque le quería mucho (V 7,14); con la añadidura de unas experiencias de amor y bondad por parte del padre que hacen más  bellos y sentidos estos valores, como cuando la lleva a las Agustinas de Gracia de la ciudad para librarle de los peligros de alma  en que encontraba. En la enfermedad que se le presentó no mucho tiempo después de entrar en al Encarnación, con todo cuidado  de mi regalo mi padre y mi hermana me llevaron a casa de esta en Catellanos de la Cañada y después de tres  meses con grandísimos trabajos. Su padre volvió a traerla, la trataron médicos y la cosa iba de mal  a peor; de abril a la Asunción de la Virgen duró la enfermedad, los últimos meses con dolores  incomportables que día ni noche ningún sosiego podía tener y como la  cura era más  recia de lo que pedía mi complexión, degeneró en un paroxismo que duró cuatro días. Todos la deban por muerta (en el convento de la Encarnación ya habían abierto la sepultura) sino era su padre que siempre decía: mi hija no está para sepultar. Su amor de padre no se equivocó..
            Pensemos también en lo que dice de la paternidad de Dios sobre nosotros en el comentario del Padre nuestro. Es tanto lo que da junto en la primera palabra que si el entendimiento lo comprendiera plenamente, ocuparía de modo la voluntad que no podía hablar palabra (C 27,1-2). Le dice la santa al Hijo, a Jesucristo que “nos da todo lo que se puede dar, pues obliga a su Padre a tenernos por hijos, que su palabra no puede faltar, y así no es pequeña carga, pues en siendo padre nos ha de sufrir, por grandes que sean nuestra ofensas. Si nos tornamos a él, como el hijo prodigo, hanos de perdonar, hanos de consolar en nuestros trabajos, hanos de sustentar, como lo da de hacer un tal Padre, que forzado ha de ser mejor que todos los padres del mundo, porque en él no puede haber sino todo bien cumplido; y después de todo esto hacernos partícipes y herederos de Vos” (C 27,2).
            San José es la sombra de Dios Padre en la tierra. En él ha puesto el Espíritu Santo la condición de Dios Padre  de la manera más perfecta que puede recibirla un hombre en la tierra. San José en este aspecto de bondad es el Rostro de Dios en la tierra  Así lo fue para Santa Teresa. Por eso, podemos aplicarle, con las debidas reservas, lo que la Santa dice  de la bondad de Dios Padre. Por ejemplo: “¡Oh bondad infinita de mi Dios… que toda querría, cuando esto veo, deshacer en amaros! ¡Oh, que buen amigo hacéis, Señor, cómo la vais regalando y sufriendo y esperáis a que se haga a vuestra condición, tan de mientras la sufrís Vos la suya!” (V 8,6) Apliquemos estas palabras al comportamiento de san José para con ella..
            “Fiad de su bondad que  nunca falta a sus amigos” (V 11,12). Fiad de san José que nunca faltó a sus fieles devotos. Miremos a la misma santa Teresa que no recuerda haber pedido alguna cosa a san José que no se la haya concedido: es lo que le decimos en la oración del Acordaos. Acordaos, oh purísimo Esposo de la Virgen María, mi padre y señor gloriosísimo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección y pedido vuestra ayuda no haya sido escuchado y consolado.
            “¡Oh, Señor mío, qué bueno sois! Que dais como quien sois con gran largueza y magnanimidad” (V 18,3). ¡Qué buenos eres san José!, exclama santa Teresita del Niño Jesús. Ella también experimentó a lo largo de su corta vida la protección y la ayuda de san José. Ya a los dos meses de edad le salvó san José milagrosamente de una situación extrema. Su madre se arrodilló delante de una imagen de san José con  el  Niño que tenían en la habitación y le pidió confiadamente que le curase a su hija y la  curó Toda la familia lo tuvo como un milagro del santo Patriarca y la misma santa Teresita cuando se lo contaron.
            En el viaje a Roma se encomendó especialmente a José, rezándole la oración “San José, padre y protector de las vírgenes”, que le rezaba todos los días.
            Santa Teresa dice: “Si va algo torcida la petición, él la endereza para mayor bien mío” (V 6,7).

            “Fíe de la bondad de Dios que es mayor que todos los males que podamos hacer…Nunca se cansa de dar ni se pueden agitar sus misericordias” (V 19,15)Así es san José. Su bondad está muy por encima de todos nuestros males, no desoye a ninguno que acude a él, aunque sea el más pobre y miserable y nunca de cansa de alcanzar gracias de su Hijo a todo el que le invoca con amor. Sus misericordias no se agotan y goza en atender y cuidar de todos. ¡Qué bueno es san José!