10 de julio de 2013

FE DE SAN JOSÉ

"Cada miércoles, día dedicado a la memoria y al amor al gloriosísimo y santísimo San José, un recuerdo especial suyo como homenaje al Papa Francisco por el amor y devoción que tiene al glorioso Patriarca, como lo demuestra especialmente, amén de otras muchas manifestaciones, por la homilía pronunciada en el día de su toma de posesión del ministerio Petrino el 19 de marzo, fiesta de San José. Y últimamente haciendo que su nombre sea pronunciado inmediatamente después de la Virgen María en las plegarias eucarísticas II, III, IV de la Misa. Esto supone una inmensa glorificación para San José y, pienso, un buen medio para propagar la devoción al glorioso Patriarca."



            En esta peregrinación de la fe acompañó a María su esposo San José. Desde el principio del mismo, desde la Anunciación del ángel, ante cuyo misterio “Isabel la declaró bienaventurada porque había creído, la fe de María se encuentra con la fe de José. Si Isabel dijo de la Madre del Redentor: Feliz la que ha creído, en cierto sentido se puede aplicar esta bienaventuranza a San José, porque él respondió afirmativamente a la palabra de Dios, cuando le fue trasmitida en aquel momento decisivo. En honor a la verdad, José no respondió al “anuncio” del ángel como María; pero hizo como le había mandado el ángel del Señor u tomó consigo a su esposa. Lo que el hizo es genuina obediencia de la fe” (Rom 1,5; 16,26; 2Cor 10,56, en RC 4).


            Se puede decir que lo que hizo José le unió de modo particularísimo a la fe de María. Aceptó como verdad –creyó- proveniente de Dios lo que ella había aceptado en la anunciación” (RC 4). Al recibir a María en su casa la acoge con el niño que lleva en su vientre. “El Concilio dice al respecto: `Cuando Dios revela hay que restarle la obediencia de la fe, por la que el hombre se fía totalmente a Dios,  prestando a Dios revelador el homenaje del entendimiento y de la voluntad, y asintiendo voluntariamente a la revelación hecha por él´. La frase anteriormente citada que concierne a la esencia misma de la fe, se aplica plenamente a José de Nazaret” (RC 4).

            San José, por tanto, se convierte en el depositario singular del misterio escondido desde los siglos en Dios (cfr Rf 3,9), lo mismo que se convirtió María en aquel momento decisivo que el apóstol llama la plenitud de los tiempos, cuando envió a su Hijo nacido bajo la ley, para que recibieran la filiación adoptiva (cfr Gal 4,4-5) (RC 5).
            De esta misterio divino es, junto con María el primer depositario. Con María – y también en relación con María- él participa de esta fase culminante de la autorrevelación de Dios en Cristo y participa desde el primer instante.
            Ala vista de los textos de los evangelistas Mateo y Lucas se puede decir también  que José es el primero en participar de la fe de la Madre de Dios, y que haciéndolo así, sostiene a su esposa en la fe de la divina anunciación. Él es, asimismo, el que ha sido puesto en primer lugar por Dios en la vía de la peregrinación de la fe, a través de la cual María, sobre todo en el calvario y Pentecostés precedió de manera eminente y singular (RC 59).
            La vía propia de San José, su peregrinación de la fe concluyó antes que la de María. No estuvo presente en el momento de la cruz y muerte de Jesús, cuando la peregrinación de la fe de  María adquirió el grado supremo, sin embargo, la peregrinación de la fe de San José sigue la misma dirección, tiene la misma trayectoria.
Queda totalmente determinada por el mismo misterio del que él, junto con María, se había convertido en el primer depositario, porque “la encarnación y la redención constituyen una unidad orgánica e indisoluble, desde `el plan de la revelación se realizó con palabras y gestos intrínsecamente conexos entre sí´.(DV 2). Precisamente por esta unidad el Papa Juan XXIII, que tenía una gran devoción a San José, estableció que en el canon romano de la Misa, memorial perpetuo de la redención, se incluyera su nombre (RC 6). Y por esa unidad también José, en grado inferior, es el Padre de los creyentes y por José vino la vida al mundo.
            “Toda la vida `privada´o `escondida´ de Jesús ha sido confiada a su custodia” (de San José) (RC 8). “San José ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de la paternidad” (RC 8) que ejerce en pura y limpia fe: pensemos en la pérdida y hallazgo del Niño Jesús en el templo, en la huída a Egipto; “ de esta manera él cooperó en la plenitud de los tiempos en el gran misterio de la redención y es verdaderamente `ministro de la salvación´ “ (RC 8), como le llamara ya San Juan Crisóstomo ( In Math homiliae, V,3, PG 57,57-58).
            Además, ya que “al matrimonio va unida de por sí la comunión de bienes, se sigue que, si Dios ha dado a José como esposo a la Virgen, se lo ha dado no solo como compañero de vida, testigo de su virginidad y tutor de la honestidad, sino también para que participase por medio del pacto conyugal en la excelsa grandeza de ella” (RC 30).


P. Román Llamas, ocd