31 de julio de 2013

Vicario de Cristo


Sea cual sea el contenido que desde San Ignacio de Antioquia se haya venido dando al titulo de Vicario de Cristo, hablemos del Servus Servorum Dei, Sucesor del Apóstol Pedro, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano, Primado de Italia, Arzobispo Metropolitano de Roma, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal etc, cada uno con sus connotaciones teológicas y jurídicas, yo ayer, la verdad, estuve viendo al Papa por la tele y tan feliz; me refiero a que tan feliz yo, y el Papa no digamos, o eso parecía.

Para alguien acostumbrado a besar las manos de los sacerdotes como signo de respeto-agradecimiento-admiración por esas manos que consagran el Pan y perdonan los pecados en Su nombre (eh, y que sigan "temblando" aquellos a los que no les gusta porque seguiré con la misma costumbre); para un individuo que pasa de largo los cuarenta; para un hijo de la "Vieja" Europa, educado en una familia liberal de arraigadas tradiciones y fe, y en un colegio religioso imbuido de lo que había sido lo que ahora llaman "nacional catolicismo", lo de ayer podía haber parecido como de otro planeta. Sin embargo, bajo la Luz de mi fe, con el corazón abierto, tras el tamiz de la inteligencia y gracias al poso enriquecedor de mi educación y pasado histórico, uno tiene la sensibilidad suficiente como para discernir, como para eliminar prejuicios y dejarse llenar por la Luz, cuando la Luz es tal, como para diferenciar protagonismos de "saltimbanquis" de aquello que realmente es la Verdad de la Luz (y tan actor teatral puede ser un "saltimbanqui" como un envarado virtuoso de la liturgia). El caso es que me encantó lo que vi.

SAN JOSÉ NO DECIDIÓ NADA

Cada miércoles, día dedicado a la memoria y al amor al gloriosísimo y santísimo San José, un recuerdo especial suyo como homenaje al Papa Francisco por el amor y devoción que tiene al glorioso Patriarca, como lo demuestra especialmente, amén de otras muchas manifestaciones, por la homilía pronunciada en el día de su toma de posesión del ministerio Petrino el 19 de marzo, fiesta de San José. Y últimamente haciendo que su nombre sea pronunciado inmediatamente después de la Virgen María en las plegarias eucarísticas II, III, IV de la Misa. Esto supone una inmensa glorificación para San José y, pienso, un buen medio para propagar la devoción al glorioso Patriarca.

Siento un rechazo y un dolor cuando leo que San José en la prueba a la que le sometió el Señor con el descubrimiento del embarazo inesperado de su esposa María, decidió, determinó resolvió abandonarla en secreto. San José no decidió nada El último en afirmarlo es el Cardenal Cañizares. Con ocasión de la promulgación del Decreto de la Congregación para el culto divino, de la que es Prefecto, en el que se manda que se introduzca el nombre de San José inmediatamente después del de María en las plegarias eucarísticas II, III, IV, publica un artículo extenso y muy laudatorio para San José en el Osservatore romano y en él afirma: “El evangelista Mateo subraya precisamente que, como era justo, no quería repudiarla y por lo tanto resolvió despedirla en secreto”. El mismo Cardenal dice a continuación que “la intervención divina en su vida no podía menos que turbar su corazón, sumido en la oscuridad de la noche y de la falta de luz en esos momentos” y ¿cómo un corazón sumido en la oscuridad y falta de luz puede tomar una determinación de esa índole? ¿no sería una imprudencia? ¿No sería mejor dejarlo a la providencia divina en la que él confiaba enteramente? Y esto creo que es lo que afirma el evangelista que San José ebouleze, quiso, le vino el deseo, entre las varias cosas que se revolvían en su interior, de abandonar en secreto a su esposa María. Y estando pensando estas cosas, significa que no ha tomado ninguna determinación, sino que esta esperando un solución a esta situación angustiosa. Como dice el B. Juan Pablo II “no sabía como comportarse ante la sorprendente maternidad de María. Ciertamente buscaba una respuesta a esta inquietante pregunta, pero, sobre todo, buscaba una salida a aquella situación tan difícil para él” (RC 3).

17 de julio de 2013

EL SILENCIOSO SAN JOSÉ PRONUNCIÓ SOLO UNA PALABRA: JESÚS

"Cada miércoles, día dedicado a la memoria y al amor al gloriosísimo y santísimo San José, un recuerdo especial suyo como homenaje al Papa Francisco por el amor y devoción que tiene al glorioso Patriarca, como lo demuestra especialmente, amén de otras muchas manifestaciones, por la homilía pronunciada en el día de su toma de posesión del ministerio Petrino el 19 de marzo, fiesta de San José. Y últimamente haciendo que su nombre sea pronunciado inmediatamente después de la Virgen María en las plegarias eucarísticas II, III, IV de la Misa. Esto supone una inmensa glorificación para San José y, pienso, un buen medio para propagar la devoción al glorioso Patriarca."



Es ya proverbial que el justo José es un Santo silencioso. “Un clima de silencio acompaña todo lo relacionado con la figura de San José” (RC 25). Y se le ha apellidado con este calificativo porque el Evangelio no nos conserva ninguna frase salido de sus labios, como nos la conserva, por ejemplo, de la Virgen María: Hágase en mí según tu palabra, el Magníficat. José ante las revelaciones y llamadas del Señor en sueños no habla, pero hace. De ahí ese llamarle el silencioso. El B. Juan Pablo II dedica unas palabras a este silencio contemplativo de San José, del que nacen obras maravillosas y estupendas, aunque sencillas y sin relumbrón. Y es que de la profundidad del silencio salen las sentencias prodigiosas y las obras transcendentales y ejemplares, como son las de San José.

11 de julio de 2013

Apoyo y asesoramiento a blogueros, dentro de las redes sociales

Escuela de Blogueros con el Papa

"Apoyo y asesoramiento a blogueros que desean iniciar o mejorar su presencia en las redes sociales. Utilizamos un entorno colaborativo de ayuda, basado en un grupo dentro de Facebook, llamado "Escuela de Blogueros con el papa": http://www.facebook.com/groups/escuelabloguerosconelpapa/ . Quien tenga alguna duda o problema, lo comparte en el grupo y los demás integrantes aportan soluciones o consejos."



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10 de julio de 2013

FE DE SAN JOSÉ

"Cada miércoles, día dedicado a la memoria y al amor al gloriosísimo y santísimo San José, un recuerdo especial suyo como homenaje al Papa Francisco por el amor y devoción que tiene al glorioso Patriarca, como lo demuestra especialmente, amén de otras muchas manifestaciones, por la homilía pronunciada en el día de su toma de posesión del ministerio Petrino el 19 de marzo, fiesta de San José. Y últimamente haciendo que su nombre sea pronunciado inmediatamente después de la Virgen María en las plegarias eucarísticas II, III, IV de la Misa. Esto supone una inmensa glorificación para San José y, pienso, un buen medio para propagar la devoción al glorioso Patriarca."



            En esta peregrinación de la fe acompañó a María su esposo San José. Desde el principio del mismo, desde la Anunciación del ángel, ante cuyo misterio “Isabel la declaró bienaventurada porque había creído, la fe de María se encuentra con la fe de José. Si Isabel dijo de la Madre del Redentor: Feliz la que ha creído, en cierto sentido se puede aplicar esta bienaventuranza a San José, porque él respondió afirmativamente a la palabra de Dios, cuando le fue trasmitida en aquel momento decisivo. En honor a la verdad, José no respondió al “anuncio” del ángel como María; pero hizo como le había mandado el ángel del Señor u tomó consigo a su esposa. Lo que el hizo es genuina obediencia de la fe” (Rom 1,5; 16,26; 2Cor 10,56, en RC 4).

‘Lumen Fidei’, una Celebración de la Vida Cristiana


‘Lumen Fidei’ (Luz de la Fe) es la encíclica que está destinada a coronar el Año de la Fe, que fue convocado por el Papa Benedicto XVI mediante un motu propio llamado ‘Porta Fidei’ (Año de la Fe).  El documento constituye una celebración de la fe, como la luz que guía hacia una vida fructífera, que inspira la devoción a Dios, la acción social e ilumina cada aspecto de la existencia humana, incluyendo la filosofía y las ciencias naturales.

                Con este documento, se completa la trilogía de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, dando seguimiento a las encíclicas que ha publicado anteriormente el Papa Benedicto XVI: Deus Caritas Est (2005) y Caritas in Veritate (2009) sobre la Caridad; y Spe Salvi (2007), sobre la esperanza. La publicación de esta encíclica es uno de los eventos más anticipados del Año de la Fe, que inició en Octubre del 2012. Es por eso que el Papa Francisco escribe: “Estas consideraciones sobre la fe, en línea con todo lo que el Magisterio de la Iglesia ha declarado sobre esta virtud teologal, pretenden sumarse a lo que el Papa Benedicto XVI ha escrito en las Cartas encíclicas sobre la caridad y la esperanza. Él ya había completado prácticamente una primera redacción de esta Carta encíclica sobre la fe. Se lo agradezco de corazón y, en la fraternidad de Cristo, asumo su precioso trabajo, añadiendo al texto algunas aportaciones. El Sucesor de Pedro, ayer, hoy y siempre, está llamado a « confirmar a sus hermanos » en el inconmensurable tesoro de la fe, que Dios da como luz sobre el camino de todo hombre”…


6 de julio de 2013

III Encuentro Internacional de "Blogueros con el Papa" - Invitación P. José Antonio Medina


4,5 y 6 de octubre del 2013
Valladolid
España

2 de julio de 2013

El uso ideológico del derecho natural

La dureza del corazón y el mordisco del fruto envenenado
Desde que Adán y Eva comieron de la manzana en el Paraíso terrenal, se instauró en el mundo la funesta manía de culpar a los demás de la propia ineficiencia: Adán acusó a Eva y ella, no teniendo otra salida, descargó su culpa sobre la serpiente. Probablemente sea éste uno de los síntomas del endurecimiento del corazón, efecto inmediato de la ingestión del fruto envenenado. Siempre tendemos a pensar que la culpa de todo está en los demás y nos sentimos incapaces de reconocer la poca o mucha parte de ella que hay en nosotros, en nuestras miserias y pecados.

Se trata de una distorsión que actúa en cada persona. En ese proceso de petrificación del corazón tendemos a sentirnos víctimas y nos convertimos en acusadores de los demás. Se trata de un proceso que a veces es patente: el corazón duro se hace insensible. Miles de gargantas pidiendo la muerte del gladiador y mostrando el pulgar tendido hacia el suelo para que el Emperador, con idéntico gesto, resuelva la ejecución del pobre infeliz que yace en el suelo. Y cuando éste es degollado, esas mismas gargantas rugen en el frenesí del placer. Pero, en muchas ocasiones, no resulta patente porque se enmascara con razones de conveniencia, de necesidad o incluso de caridad. Aquí la petrificación cordial alcanza su plenitud: es la hipocresía. Con ella, ese noble órgano deja de bombear sangre y sólo es capaz de hacer correr bilis.