10 de septiembre de 2011

Lo que es de Dios siempre da fruto.

Todavía sigue respirándose en el ambiente de nuestros pueblos la Jornada Mundial de la Juventud. Esta fiesta de la fe ha sido un gran evento histórico que no ha podido dejar indiferente a ninguna persona.

Semanas antes de la jornada se escuchaba a través de los medios de comunicación e incluso dentro de ambientes de Iglesia el fracaso que iba a suponer dicha jornada. Sin embargo lo que es de Dios siempre da fruto, en este aparente fracaso el Señor ha querido lucirse y reunir en torno al sucesor de Pedro a 2.000.000 de jóvenes que han mostrado al mundo entero la necesidad y la sed que tienen de Dios. Jóvenes que han dado un grito de esperanza, jóvenes que han pedido a gritos el alimento espiritual que sacia el corazón del hombre, jóvenes que han pedido encontrarse con Jesucristo. Todos ellos buscan respuestas a los interrogantes de sus vidas, a sus inquietudes personales, el Papa nos ha recordado que la Verdad, la Verdad de nuestra vida no es una idea ni una ideología sino una Persona, Jesucristo. Estos jóvenes han acudido con confianza al Sucesor de Pedro para que les muestre el camino que deben de seguir para alcanzar una nueva vida que sea distinta a la que pueden encontrar en el mundo.  
Esta avalancha de la juventud que busca a Cristo nos debe hacer caer en la cuenta de que verdaderamente la gente ama a Cristo y a su Iglesia, necesitan a Dios y lo buscan con toda el alma. Los medios quieren anestesiarnos y mostrarnos una realidad que no es verdad, la Iglesia es una realidad joven, los hombres hoy siguen buscando a Dios, el problema está en que existen cuatro que se les oye más que a nosotros porque se les da mucha más autoridad.

Ante esta realidad que se encontró el Papa, emocionado y feliz, invitó a los jóvenes a ir a las parroquias para encontrar esa nueva vida que sacia el corazón el hombre. Allí encontrareis a Cristo que dará sentido a vuestras vidas. Abridle las puertas de vuestro corazón – decía el Papa -.


Efectivamente muchos han hecho caso a estas palabras del Papa, cuántas personas están volviendo otra vez a las parroquias a confesarse, a empezar de nuevo esta relación de amistad después de tantos años de relación apagada, quieren incorporarse en los grupos para empaparse de su palabra, todos ellos vienen con un deseo claro, volver a encontrarse con Jesucristo. ¡Cuántas gracias a Dios debemos de dar por ello!.
El mensaje que el Papa nos ha traído, como hemos podido comprobar, no está destinado solo para la juventud, es un mensaje para toda la Iglesia. Son pautas para vivir nuestro camino de fe y llegar así a estar arraigados y edificados en Cristo Jesús.


Lo primero que debemos de hacer, dice el Papa, es poner en Cristo el fundamento de nuestras vidas, construir nuestra casa en una piedra solida, que ninguna riada ni ninguna corriente de aire pueda destruir. Si ponemos nuestro fundamento en Cristo encontraremos nuestro puesto en el plan de Dios.

La segunda cosa necesaria que debemos hacer para cultivar nuestra vida espiritual es empaparnos de su Palabra a través de la meditación personal, a través del contacto intimo con Jesucristo en la oración. Solo así los criterios de nuestro corazón serán los criterios de Cristo. Que su Palabra sea siempre la norma de nuestra vida. Elemental es también para vivir la relación con Cristo la participación en la Eucaristía dominical y la recepción frecuente del sacramento del perdón, esto debe ser siempre una necesidad en nuestra vida. 
Este gran tesoro que hemos descubierto y que nos ha cambiando la vida no puede quedarse solo en nuestro interior “lo que habéis recibido gratis dadlo gratis” – dice el Señor- . Debemos de dar siempre y en todo momento testimonio de todo lo que ha ocurrido en nuestra vida.


Queridos amigos, el Papa nos recuerda que frente al relativismo y la mediocridad, en torno a una sociedad que intenta anestesiar a Dios, surge la necesidad de la radicalidad, de la fidelidad. Tenemos que ser radicales y fieles a Cristo. No antepongamos nada al amor de Dios, no dejemos que Jesús sea siempre el segundo plato. Nuestra vida espiritual tiene que estar nutrida por ese encuentro precioso de intimidad personal con Cristo, si no es así nuestra fe acaba muriéndose.
Tanto esfuerzo y tanta dificultad durante estos días de preparación han merecido la pena.


Acabo con las palabras del papa: “La Iglesia necesita de vosotros y vosotros tenéis necesidad de la Iglesia”. “La Iglesia necesita de vuestra fidelidad arraigada y edificada en Cristo Jesús”.