23 de enero de 2011

EN EL CAMINO DE MI VIDA, ¿QUÉ BUSCO?


A la luz de la Palabra de estos días observo y medito que JESÚS vino a cumplir una misión. Un misión que el PADRE le encomendó: "Salvar a los hombres", y para ello proclama su Mensaje y demuestra su poder: "Hace sanaciones de todo tipo". Con ello, JESÚS, quiere demostrarnos que tiene poder para hacer lo que nos dice con su Palabra, y que ha sido enviado por el PADRE para redimir a los hombres.

Y, sabiendo de su regreso junto al PADRE, elige a doce personas a las que les va a encargar continuar su labor redentora, y les da poderes para ello. Es ese Colegio Apostólico el que recibe el poder y la promesa de estar asistidos por el ESPÍRITU SANTO, para transmitirnos y darnos la salvación, que todos buscamos, por la Gracia de los méritos, con su Muerte y Resurrección, de nuestro SEÑOR JESUCRISTO.

Ese Colegio Apostólico que es la Iglesia, presidida por Simón, Pedro: "Tú eres Pedro, piedra, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia". Y desde ese día hasta hoy, la Iglesia ha sido fiel a su fundador, y se han sucedido ininterrumpidamente hasta nuestros días, hoy Benedicto XVI, los sucesores de Pedro. La Iglesia continua su labor de forma firme y segura, a pesar de las desuniones, a pesar de las contradicciones, de las debilidades, de la corrupción, del pecado.

Porque tiene la promesa de estar guiada y asistida por el ESPÍRITU SANTO, que la irá astiendo, que le irá revelando los pasos a dar, que la irá fortaleciendo en sus tribulaciones, debilidades y momentos de confusión. Pero la Barca de Pedro sigue navegando con rumbo decidido y claro.

En ese camino, muchos, entre ellos quizás tú y yo, hemos sido también llamados a subirnos (ver aquí), y subidos vamos navegando también. Pobremente, al menos en mi caso, pero navegando por la acción del ESPÍRITU. Porque todo es Gracia del SEÑOR, y por Ella seremos fortalecidos e iluminados para encontrar el rumbo, la fuerzas, la sabiduría y la paz para llegar al puerto de la Casa del PADRE.

Nuestra elección de seguirle debe ser sin condiciones, dispuestos a entregarnos y a darle la vuelta a nuestra vida. Difícil tarea, pero sabedores de que no vamos solos, estamos en su Barca, y ÉL es el Patrón. Por lo tanto, en paz, serenos, pacientes, que ÉL nos irá guiando y dándonos las pautas a seguir en cada momento. No tengamos miedo como nos han dicho nuestros Pedros contemporaneos. El SEÑOR nos protege y nos cuida. Nosotros a la escucha, al esfuerzo de vaciarnos de nosotros mismos y dejarnos guiar. Pronto todo se irá haciendo luz y el camino se volverá más claro.