25 de julio de 2010

Juntos podemos


Hace algún tiempo, mis sentimientos y mi vida eran un desastre.
Aun teniendo lo que se supone hoy en día, lo esencial para vivir, no acertaba a ver nada autentico en mi camino. Mi vida era gris.

Teniendo buenos amigos, una familia adorable, un trabajo provechoso, casa, ciudad ideal, dinero, relaciones satisfactorias casi siempre...
Como aun no era capaz de hallar el sentido a mi vida??
Era casi inexplicable.

Siempre sentí al ser humano muy cerca, aunque no niego que a veces estuve a punto de tirar la toalla viendo algunas barbaridades y actos de las que sigo siendo espectadora como todos y son imposibles de digerir, mi corazón me advertía del peligro porque mi naturaleza creo que era fuerte. Pero a veces llegue a odiar.
Si.

Odie a todos los que dañaban a los demás, a los que permanecían impasibles ante los desastres y yo en mi ignorancia creí ser buena persona aportando siempre lo que podía. Ayudando al prójimo.

Pero a veces, muchas veces me di la vuelta muerta de miedo. Salí corriendo cobardemente al observar tanta miseria y no poder con ella.

Hasta que un día...no me quedo mas remedio que llorar y gritarle a la nada que me ayudara. Que es lo que me faltaba?

Pero sorprendentemente la nada no me escucho, sin embargo alguien con el que no había contado llego a decirme que si lo seguía nunca mas tendría miedo ni desesperanza. Y así fue.

Conocí a Dios, no puedo explicaros como. No tuve ninguna aparición ni de ningún milagro fui testigo. Solo lo sentí dentro de mi como un torrente y lo supe. Me hablo y supe que existía.

Y no fue fácil, porque desde el primer momento empecé a darme cuenta de todos mis pecados, de toda la vida perdida y de todo el camino desandado...hasta que poco a poco y pidiéndole ayuda, me enseñó a verme en otro espejo, me enseñó a perdonarme a mi misma.

Y ahora cuando ayudo a los demás, no me desespero. Ya no salgo corriendo y en vez de odiar a los demas, rezo por ellos y los trato de amar. Y asi quiero que sea mi vida hasta el final.

Por que?

Porque tengo la fuerza que nadie que no cree en Dios tiene, la fuerza del Espíritu Santo que no me deja caer cuando veo los horrores de este mundo en los ojos de los niños, sino que me levanta aun mas, dispuesta a todo por seguir adelante, junto a mi Dios, mi Iglesia y mi Fe.

Porque ahora sé que puedo cambiar el mundo.

Hermanos, Unidos podemos hacerlo.
Nuestra Iglesia y Su Santidad están con nosotros, siempre lo han estado.

Es hora de que nosotros respondamos como lo que somos.


Hijos del Rey de Reyes.